Amauta se davérico. cuando caen las sombras sobre la ciudad y hace mucho frío, las águilas pintadas arriba, en el frontispicio, bajan al suelo, deslizan furtivamente en el patio y picotean en las basuras, con un hambre de años, buscando los desperdicios que se les han escapado a las gallinas del zapatero. hunden sus cabezas de raza, adornadas con las lacias plumas piojosas del Imperio, en los sucios despojos.
FRAU FRITZKE E6 ra.
RAU Fritzke se ha quitado los zapatos, para no hacer ruido en los largos y resonantes corredores. Frau Fritzke es la Ninón de Lenclos de estos desiertos de pobreza: las experiencias amorosas han ido depositando en su cara grandes bolsas de carne de color amoratado.
El aire de este caserón es dañino para su vida: el moño se le desgreña constantemente y los polvos no aciertan a sostenérsele en la caLas perneras de los largos y estrechos pantalones le asoman en la penumbra por las aberturas del vestido desgarrado.
Madame Fritzke perdió a su marido durante la guerra. Cuando obliga la necesidad, todo el mundo procura vender lo que posee. En los pechos de la viuda se posaron miles de manos ávidas, sobándolos y zarandeándolos como se zarandea la cadena del retrete. Naturalmente, esto no aumentó su belleza. Parecía como si, al abrir la blusa, estos pobres pechos lacios fuesen a desparramarse como dos charcos de carne pálida. De este modo, Frau Fritzke pudo salvar de la muerte, durante los años de la guerra y la inflación, a sus niños famélicos. Pero el Estado, después de arrebatarle el marido y entregar a Krupp y Stinnes el socorro debido a los huérfanos, creyó conveniente separar de ellos a la desvergonzada madre, en castigo a su liviandad.
Dentro de unos días vendrá el agente y conducirá al asilo católico al niño gordo de angosta frente y a su hermanita de doce años.
Para salvar a la familia, Augusto, el último amigo de Frau Fritzke, tuvo la resolución heroica de casarse con estos despojos del amor venal. Allá van, con paso solemne, como lo requieren las circunstancias, camino del Registro civil. Ella, pisando sobre el polvo como en zancos, con sus zapatos de charol, que le aprietan; él, con su cuello y pechera de cartón, oliendo a bencina, derecho y solemne como el Destino. Pero el heroico sacrificio, maduramente deliberado por todo el campamento de la pobreza, resultó estéril.
En vano Frau Fitzke presentó referencias de sus antiguos señores, para demostrar que no vivía exclusivamente de entregar su cuerpo, que era también honrada jornalera, y si la celosa policía de las costumbres hubiera reunido en un montón toda la basura que esta mujer había barrido de las casas donde sirvió, podría alzar con ellas una pirámide imponente en honor de su antiguo oficio.
Pero la policía es severa e inflexible. Frau Fritzke llora. alrededor de sus ojos van dibujándose negros anillos de melancolía.
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