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A AUT 25 LIMA JULIO AGOSTO 1929 EN LOS CAMPOS DE LA POBREZA, por Larisa Reissner.
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en un EL CUARTEL LA MUJER DEL ZAPATERO Alemania, los obreros sin trabajo no están expuestos a la dura suerte de morir de hambre. El subsidio que les pasa el Estado, si es poco para vivir, es demasiado para morir.
Los sin trabajo vegetan en la miseria más espantosa. gracias que puedan comer pan, que es lo único que está a su alSi son casados, carecen de recursos para pagar el alquiler del cuarto, por pequeño y mísero que éste sea. Ya se sabe: lo primero que hace el obrero despedido, automáticamente, es dejar la vivienda, abandonar el barrio en que ha habitado una serie de años seguidos. El Municipio se encarga de alojarle en cualquier suburbio, en un cuartel vacío, abandonado, en las cuadras de cualquier regimiento, barracón, en cualquier antiguo parque desmantelado de artillería. He aquí los campos de concentración de la pobreza, desoladas guaridas de piedra que el Imperio construyó para sus tropas y que la República aprovecha, ahora que se han quedado vacías, para albergar a las gentes que le infunden sospechas.
En estos campos de maniobras, bien apisonados por los zapatos de los reclutas de Prusia, no crece una brizna de hierba. Unos cuantos niños harapientos juegan en las alcantarillas entre aguas fecales, junto a las garitas abandonadas.
Los inmensos pabellones que prepararon a ejércitos enteros para morir en los campos de batalla se alzan desmantelados, ceñudos, sombríos, como heridos en su amor propio por el abandono en que se les tiene. Más de un oficial, transmigrado a los vecinos cuarteles de la Reichswehr, se crispará de rabia al ver cruzar el carrillo de mano de un obrero, cargado con sus míseros trastos, traqueteando y gimiendo por el feo y desolador descampado.
Las mujeres atan las cuerdas de la ropa a los antiguos postes blasonados que todavía se yerguen delante de las puertas; ponen a secar sus trapos en el alféizar de las ventanas ungidas antaño por la presencia de los oficiales que moraban en aquellos aposentos.
Un zapatero tullido y pelirrojo, que lleva ya dieciocho meses sin trabajo por culpa de la política. se prepara para el duro invierno y repasa un viejo hornillo de cañón que ha encontrado en no sé qué cuartel medio en ruinas.