Liberalism

Amauta 13 fué siempre más liberal y rebelde que Lima. En Ecuador, Guayaquil es el nido del liberalismo, mientras Quito representa la tradición. La costa atlántica en Colombia tiende hacia los liberales, aunque la del Pacífico no sea tan radical. La Costa, pués, en todas partes tiene caracteres semejantes. Pero, la Sierra no. La Sierra es más diferenciada.
Carece de ese vehículo carroza di tutti que es el mar. Y, en cambio, erizada de cordilleras, cuajada de picachos, con un nudo altísimo a cada corta distancia, crea centros de resistencia, alejados los unos de los otros, muchas veces rivales. Mientras en el Imperio, la Costa representó una tonalidad más o menos uniforme de resistencia al Inca, en la Sierra misma se crearon núcleos rivales, adversos, enemigos. La llegada de los españoles interrumpió, probablemente, un fenómeno de disgregación en marcha. Cusco había visto surgir Quito, a disputarle la supremacía; y en Cajamarca, burgo serrano, se miraba con recelo a Cusco y a Quito.
Cusco había absorbido el poder de Tiahuanacu, situada en el corazón de la cordillera. Existía, por consiguiente, cierta atmósfera frondesca entre las ciudades serranas. El ambiente espiritual era diferente en la Sierra misma. El sur había sido siempre un impulso conquistador; fuerza pasiva el norte. Pero, a la postre, de Quito surgía una raza animada de propósitos bélicos del mismo modo que de los chimús, norte de la costa, salían agitadores, gentes enemigas del incario cusqueño. Por razones económicas, étnicas y políticas, se había definido el regionalismo en el Imperio, y este regionalismo no era una confrontación entre la costa y la sierra, sino entre los incas, los chimús, los quitus, los caxamalcas.
Estudiando la literatura peruana. no poema y novela, sino oratoria, historia, religión, foro, propaganda se advierte mejor la característica de este movimiento, que divide al Perú en tres partes típicas: Norte, Centro y Sur. Al Sur, por haber tenido la hegemonía en la historia primitiva del Perú, le toca presidir este examen.
El Sur es belicoso. Arequipa, por ejemplo, tiene una tradición al parecer contradictoria; clerical y revolucionaria. Para que ambos términos se ajustaran, se necesitaría la existencia de un gobierno eminentemente radical, exageradamente, injustamente anticlerical, hasta el punto de justificar la revolución clericalista. No habiendo existido en el Perú tal gobierno. pues Castilla regresó a los conservadores en cuanto no necesito de los liberales y éstos se volvienron intransigentes, y los relámpagos anticlericales en Prado Constitución del 67 y en Cáceres segunda expulsión de los jesuitas, fueron pasajeros, ocasionales, ya que no desterraron el conservadorismo predominante en sus regímenes. solo cabe explicarse esa tonalidad clerical y revolucionaria en Arequipa por su beligerancia permanente. De ello no ha de tocarle culpabilidad alguna al Misti, como suelen afirmar generalizadores fáciles. Condiciones climatéricas, seguramente, pero otras más importantes, como costumbres etablecidas, deben haber sido la causa de que hasta su conservadorismo sea militante. El devoto arequipeño es el único que en el Perú tiene apariencias de místico. También ahí pervive cierto espíritu inquisitorial en religión; el poeta Arnaldo Marquez fué quemado en efi