12 Amauta merodeado los territorios del ensayo poemático, exagerando lo fantasioso de Guyau y la imaginación bergsoniana; o, en cambio, han constituído una cansina y repetidora cáfila de pensamientos ajenos, malos tápsodas de pensamientos envejecidos: todavía se nos induce a adoptar el sistema spenceriano, y a Freud comenzamos a conocerle. En nuestra historia ha ocurrido lo mismo. Muchas veces el error parece inconcebible al constatar la serie de autoridades que cayeron en él. Pero, cuando uno avanza en el camino de la investigación, comprende que el que cayó en el error no fué acaso el primero, sino los demás, pués éstos no hicieron sino repetir a aquel, y a su vez éste dijo lo que le plugo, por pereza o innata afición a la invención o al descubrimiento. En el fondo todos hemos heredado cierta facilidad de Colones. de puro descubridores ya se inicia, entre hispanoamericanos sin duda, el deseo de redescubrir al propio Descubridor Colón.
Así fué como algún cronista dividió al Perú en tres zonas, y nadie lo ha discutido más. La observación de este cronista pongamos por caso, Cieza de León obedecía a un criterio típicamente turístico y explotador. No debemos de olvidar que la geografía de los cronistas tiene por objeto más que observaciones científicas, fines comerciales, mercantiles. El criterio del viajero español del siglo XVI es muy simple. Recorramos este territorio a ver donde nos ubicamos para vivir lo mejor posible, y cuidemos de que nuestra vida aquí sea más cómoda que entre las penurias de nuestra Patria que se empieza a deshacer. mientras los tercios aún regaban con su sangre los senderos de Flandes e Italia, los conquistadores ahorraban la suya en las abrupteces de América.
Tales abrupteces les inspiraban pensamientos diversos. Hallaron la cosa fácil, cercana al mar, al viaje, pero árida. Vieron la sierra fértil, núcleo de un Imperio. Se encontraron perplejos ante una cordillera, la Oriental, porque nadie había explorado esa zona. Su concepto viajero se simplificó en una fórmula: extraer de la sierra, no perder el contacto con la costa, esperar que se explore la montaña. esta división, esencialmente mercantilista y vial, fué el fundamento de la geografía peruana, y de la geografía se extendió a la sociología, ya que es muy cómodo situar hechos recientemente estudiados en clasificaciones viejas: lo difícil es la categoría que exige un gran poder de abstracción y síntesis; los fenómenos surgen de la vida misma. las categorías; marcos vacíos y abstractos, generadores del espacio y del tiempo, fueron esas tres divisiones de nuestra geografía clásica, dentro de las cuales empezaron a introducirse a viva fuerza todos los hechos ocuridos en el Perú.
Pero, una observación desasida de prejuicios halla entre los hechos. fenómenos nexos inesperados. Resulta que más se parecen los pensamientos y los sucesos de Junín y Lima que los de Cusco y Junín. que entre Arequipa, cisandina, y Puno, puna misma, hay más puntos de contacto que entre Lima y Piura. Verdad es que la costa se parece en toda su extensión. Pero es bueno anotar que todos los puertos del mundo se parecen, pese a las diferencias paramentales del muellaje, el confort, la extensión. La costa es generalmente semejante por donde quiera que uno vaya, quizás porque el mar es un igualador admirable. La Costa en todas partes ha sido generalmente democrática, liberal, talvez por su vecindad con el océano, que, en fin de cuentas. viene a ser el partidario más devoto de la Revolución Francesa. Entre nosotros, Callao