Amauta 41 tura.
nico. Si los constructores y los arquitectos comprendiesen que la crisis edilicia no tiene sus causas en la situación económica o administra.
tiva del país, sino que se trata de una simple cuestión de oficio, de probidad profesional. esta crisis podría ser primero atenuada y después resuelta actuando las reformas indispensables que los modernos hombres de acción se esfuerzan por introducir en el campo de la arquitectura. Cuántos constructores, movidos solo por la avidez de ganancias, dirigirían entonces a otra cosa su reprobable actividad Un resultado serio puede ser obtenido solo a condición de comprender no está consentido construir hoy un edificio de estilo rústico, mañana una casa moderna y pasado mañana un rascacielos americano o una villa neoclásica con la misma fé, el mismo talento o la misma convicción. La cuestión consiste en hacer una arquitectura de espíritu nuevo o jugar con el decoTo, con la dignidad y con el bienestar colectivos.
También hoy, como en los más grandes períodos de las historias nacionales, existe un dispositivo extructural que consiente innumerables libertades en la manera de construir e infinitos elementos nuevos para la casa. El hierro, el acero, el cemento armado y los nuevos materiales constriñen a abandonar los sistemas tradicionales de la arquitecNo conviene, sin embargo, entender equivocadamente esto: no se quiere renegar del espíritu de las grandes arquitecturas del pasado.
sino condenar todo aquello que obstaculiza el florecimiento de un lirismo constructivista, empleando en nuestro tiempo métodos atrasados y costosos.
Los sistemas arquitectónicos originados por los nuevos materiales se acomodan a las exigencias de la vida moderna y de la higiene, permiten la industrialización de los elementos standard, conducen a la reforma del plano de la casa, de lo cual deriva directamente la posibilidad de realizar la casa mínimum, y constituyen la base de un nuevo sistema arquitectónico estructural y estético. El resultado más positivo e importante de esta evolución lógica de los elementos prácticos consiste en el hecho de que los nuevos medios arquitectónicos ofrecen, como consecuencia, nuevas posibilidades urbanísticas: no solamente por las iniciativas de un solo urbanismo tipo que no podría ser adoptado en todos los países sino por diversos sistemas adaptados a las exigencias particulares de cada gran centro. Este nuevo sistema del urbanismo se presta normalmente a la racionalización de la casa y beneficia no solo a la construcción de todos los tipos de edificios sino, como toda gran forma perfecta del pasado, puede asumir aspectos monumentales. La importancia de esta posibilidad es verdaderamente grande si se considera que la monumentalidad es el carácter esencial del espíritu de nuestros pueblos; pero no hay que confundir lo monumental con lo escenográfico, que es el peligro más grave de ciertas tendencias de la raza latina.
La expresión arquitectónica moderna es tan feliz como todas las otras que han caracterizado nuestras tradiciones: y es necesario hasra desconfiar de esta fertilidad porque precisamente en los grandes periodos de decadencia se nota una gran variedad de formas y de ritmos.
Respetando siempre el genio de cada uno y los hallazgos. personales, es preciso esforzarse por lograr a través de un espíritu común la unidad de la arquitectura, que es una consecuencia de un nuevo sistema estructural generado por la técnica moderna. Unidad que no quiere decir uniformidad sino variedad disciplinada y contenida.
La osamenta de hierro o de acero o de cemento armado nos con