LiberalismOpportunismViolence

Amauta 15 aderna y en el triunfo final de la iglesia. Subordina todo a Cristo, verdad máxima, inmutable, eterna. En su férrea lógica ésta posición garantiza una fecundidad ideal que va más allá de los intentos del autor Domenico Giuliotti reclama al catolicismo a la más neta coherencia teórica. Catolicismo y mundo moderno se excluyen y Giuliotti lanza su anatema contra la civilización moderna. La hora de la civilización moderna es la hora de Barrabás.
El mundo moderno acepta la inmanencia contra la trascendencia, el liberalismo contra la teocracia, el idealismo contra dogmatismo, en sus aberraciones se corrompe en demagogia, en positivismo, en filisteismo. Todo esto para el católico es el imperio de Satanás porque satánico es todo lo que no se impone de lo alto, lo que no ostenta los signos de una autoridad divina, sino nace espontáneamente de bajo. El católico ex confiesa la civilización, el progreso y la historia, porque todo el mundo está en Dios y a la primera revelación divina los hombres no pueden agregar nada que en ella no sea ya implícito.
La antítesis entre mundo moderno y mundo católico es planteada por Giuliotti precisamente en los mismos términos en que la planteamos nosotros los anticatólicos. Esta antítesis excluye en el campo ideal y en el campo teórico toda posición intermedia de compromisos y de transacciones. con el cielo o con la tierra; o con Dios o con la historia.
Los esfuerzos de conciliación (cristianismo sin Iglesia, partido popular, monarquía constitucional) son todos inmorales e inadecuados.
También nosotros aceptamos esta ex confesión. Pero entre Dios y Satanás, si Dios es. como no puede no ser, si se acepta el sentido católico) autoridad absoluta que tiene su revelación en la iglesia teocrática y Satanás es el principio de la autonomía de los individuos, de la rebelión contra la ley abstracta que no nace de los ciudadanos organizados en la libertad del Estado, debemos estar con este principio que es el verdadero Dios trascendental.
Puesta así, como quiere Giuliotti, la antítesis, precisa, coherente lógica, la lucha se torna en sustancia, lucha de la Edad Media, contra el mundo moderno y el resultado no es ya dudoso. El catolicismo no tiene más posibilidad de victoria: sólo se vuelve temible cuando se hace insidioso y miente a sí mismo asumiendo las apariencias de la modernidad que execra; Dios podría vencer hoy sólo mostrándose con los colores de Satanás. Un catolicismo rudo como el de Giuliotti nos sabe descubrir estas insidias. En este sentido, también hoy el medioevo puede valer como idea clarificadora: como término real de un desarrollo dialéctico fecundo de progreso. Giuliotti quiere que cada uno tome una posición suya explícita, clara; la elaboración lógica del pensamiento cató.
lico, organizado bajo los estímulos de su polémica constituye una férrea unidad, la sola concretamente moral y sincera; excelente término negativo contra el cual puede luchar nuestra afirmación inmanentista, en su esfuerzo de crear la historia. los individuos corresponden las posiciones netas; la conciliación, la transacción, es obra solamente de la historia; es un resultado, es la mediación realizadora; en quien la afirma a priori en la praxis se esconde frecuentemente el oportunismo y la inmoralidad de una conciliación equivoca.
Doménico Giuliotti cree representar la continuación ideal de la violencia del catolicismo francés del siglo XIX: De Maistre, Bonald, Hello, Aurevilly y Veuillot. de estos y de otros escritores traduce en