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10 Amauta TRES ENSAYOS, por Piero Gobetti.
UN PERSEGUIDOR DE ANARQUICOS NTRE el mundo y yo no puede existir otra relación que la que Dios puso entre el demonio y la mujer: la enemistad.
Con este pensamiento respondió Donoso Cortés a quien le pedía una autobiografía. con esta cara feroz, con este ceño intratable, creo que lo viese Domenico Giuliotti cuando proponía como modelo de restauración integral a los italianos al más formidable reaccionario católico de la católica España.
Pero Juan Francisco María de la Salud Donoso Cortés no llegó a la apologética por la vía del misticismo y de los ejercicios de santidad. Lo guió a su catolicismo un noviciado de corte. Literato, marqués de Valdegamas, impasible caballero de María Cristina, no fué insensible a los más sutiles motivos de la razón de estado. No habrían parecido tampoco suficientes en la tórrida tierra de España los solos argumentos intelectuales. Solazarse es el rasgo principal del carácter español. España adora al sol.
Donoso Cortés creció con perfecta educación cortesana. Las visitas, los paseos, las veladas, son cosas a las cuales no se puede faltar impunemente. Si se quiere comprender por qué el príncipe de Maeternich, ya viejo, volviese benigno los ojos al Ensayo sobre el catolicismo del español, es menester pensar en estos precedentes pedagógicos, conforme a los cuales el reaccionario no estaba absolutamente en guerra con el mundo ni en vena de moralismo o de misantropía.
Cortés comenzó, pues a profesarse monárquico y moderado, porque la cuestión en España viene a ser una necesidad elemental antes que un problema de buen gusto. Hasta entre los haraposos y vagabundos de plaza la realeza se mantuvo siempre en honor en España donde figura como un ideal de perezosos. Dicen que los reyes se van; pero esto no es verdad: aquí en España tenemos a nuestra disposición y a disposición de todos quince millones de reyes.
El ideal de la realeza, del dominio tranquilo ha seguido siendo fundamental en un pueblo de colonizadores, de buscadores de oro no agenos a pasarla de esclavos en caso de desventura. El culto de la corrida es un aspecto de este amor por el ocio y de este catolicismo del espectáculo y de la forma: es natural que el énfasis decorativo y teatral constituya el ideal del haraposo que se da aire de señor y que no puede seguir ni la pedagogía anglosajona del heroísmo serio y testaப ces política española que tuvo, antes de elevarse a ese escenario, breve figuración en el Perú que le reportó el mote con que se les distinguió más tarde en España a él y a sus secuaces. Esta obra de Karl Marx, no obstante su extraordinario interés para España e Hispano América, ha permanecido inédita hasta hoy, en que, gracias al Instituto Marx Engels, es posible conocerla, previa reconstitución de su texto, fraccionado en los artículos, escritos para The New York Tribune. que lo componen. Su aparición en español es un mérito de la novísima Editorial Cenit que hasta ahora no puede haber procedido con más acierto en sus elecciones. Las notas aclaratorias son del traductor.