Amauta se En mayo de 1843, cuando su autoridad había desaparecido desde hacía ya mucho tiempo, continuó sosteniendo a su lado a Seoane y Zurbano y otros miembros de la camarilla, a pesar de que a su alrededor todo el mundo exigía la dimisión de los mismos (8. Disolvió el Ministerio López, que disponía de una gran mayoría en la Cámara de los Diputados, y se negó a conceder la amnistía a los moderados que hallaban en el destierro, amnistía exigida por doquier, en el Parlamento, en el pueblo y hasta en el ejército. El descontento general suscitado por el régimen de Espartero halló su expresión en dicha exigencia. En toda la Península estalló de improviso una tormenta de pronunciamientos contra el tirano Espartero. Ese movimiento, por lo que respecta a la rapidez de su difusión, puede ser comparado solamente con el actual. Moderados y progresistas se unieron en nombre de un objetivo: librarse del Regente. La crisis sobrevino para él inesperadamente, la hora decisiva le sorprendió completamente desprevenido.
Narváez, acompañado de Donnell, Concha y Pezuela, desembarcaron con un puñado de hombres en Valencia (9. De su parte estaba la rapidez en el ataque, el valor reflexivo y la decisión enérgica. De parte de Espartero, el retraso dictado por la impotencia, una lentitud mortal, una apática indecisión y una debilidad indiferente.
En el mismo momento en que Narváez libertaba a Teruel sitiado, y entraba en Aragón, Espartero se retiraba de Madrid y permanecía durante muchas semanas en Albacete, en una inactividad imperdonable.
Después que Narváez consiguió en Torrejón ganar a los cuerpos de ejército de Seoane y Zurbano, Espartero unióse por fin con Van Halen para emprender juntos el inútil y vergonzoso bombardeo de Sevilla. Entonces empezó a correr de un sitio para otro, abandonado en cada etapa de su fuga por sus soldados, hasta que al fin llegó a la costa. Cuando se halló a bordo en Cádiz, única ciudad en la cual le quedaban partidarios, incluso dicha ciudad dijo adiós a su héroe y se pronunció contra él. Un inglés residente en España en la época en que ocurrió la catástrofe, nos da una descripción de la caída de Espartero, de la cual fué testigo presencial: Lo que ocurrió no fué una terrible e instantánea catástrofe, después de una lucha ardiente, sino una retirada progresiva, sin combate, de Madrid a Ciudad Real, de Ciudad Real a Albacete, de Albacete a Córdoba, de Córdoba a Sevilla, de Sevilla a Puerto de Santa María, y de este último punto al mar. Descendió del endiosamiento al entusiasmo, del entusiasmo a la buena disposición, de la buena dis(8. El alma de la camarilla era el ayudante de Espartero, Linage. Linage lo llama un historiador el ángel malo de Espartero. Contra él y contra el general pronunció Olózaga sus célebres palabras en las Cortes: Es.
coja el regente entre ese hombre y la nación entera. discurso que acaba con la exclamación divulgadísima de Dios salve al país ¡Dios salve a España. Primi y Miláns del Bosch se pusieron al frente del movimiento en Reus; Serrano, en Barcelona. Narváez, desde Valencia, se dirigió a Teruel y Calatayud; de esta ciudad marchó sobre Madrid, teniendo lugar antes de llegar a la capital, en Torrejón de Ardoz, el encuentro con las tropas fieles al regente (véase la nota núm. Este encuentro terminó abrazándose log soldados de uno y otro bando, después de una arenga de Narváez, y decidió la retirada del regente a Sevilla y Cádiz, donde embarcó para Londres, como queda dicho.