no 28 Amauta Los pueblos evolucionan en un proceso lento de variantes sico biológicos y sociológicos trasmitidas de generación en generación y nunca por remezones violentos que revuelvan las características mismas de la raza. Se podrá intensificar esa evolución; pero nunca se podrá conseguir una transformación radical e inmediata. La naturaleza no camina a saltos. Los valores morales, intelectuales y físicos; todos los valores que constituyen la característica propia del grupo, vienen a ser el resultado de los diversos actos que se han sucedido dentro de su propia organización. El proceso educativo como función de la sociedad puede seguir otra senda que la que marca la modalidad del grupo y la escuela tiene por fuerza que ajustarse a esas condiciones especiales y revestirse de talas caracteres que hagan de ella un tipo propio funcional de la colectividad indígena y aun así, no se podrá crear una escuela con pretensiones de una revolución que en el corto espacio de cuatro o cinco años, consiga dar al indio otra personalidad muy diferente a la que actualmente tiene. Es por esto que cuanto trasplante se ha intentado no ha dado más que resultados negativos. La escuela utilitaria americana responde muy bien al espíritu mercantilista del yanque, en tanto que la escuela ética germana grafica perfectamente el carácter especulativo del alemán. Cada escuela constituye, de esta manera, un tipo propio que sea la función social del grupo, ajustándose con las demás funciones como los engranajes de una maquinaria de actividad inalterable. Es, pues, un gravísimo error el pretender arrastrar al indio a una escuela germana o americana por la suprema razón de que el sujeto educando no es un americano ni un alemán, es ante todo, un indio. La herencia sico fisiológica produce en cada individuo ur. tipo propio, una capacidad singular, una inteligencia poderosa o reducida, una idiosincracia imaginativa o práctica. La educación no puede cambiar radicalmente esta materia prima. Bunge. Bajo el aspecto social o bajo el aspecto individual, la educación no puede desquiciarse de los caracteres fundamentales distintivos del individuo y de la sociedad, porque la educación debe gobernar en la corriente y no contra la corriente, ni el educante debe forzar, sino coadyuvar a la naturaleza del educando. Una vez más tenemos que concluir de que es necesario crear un tipo propio de escuela indígena; una escuela que responda a la modalidad particular del indio; que sea la natural función de sus actividades rumbadas hacia un camino de mejoramiento, toda vez que, en último término, la finalidad suprema de la educación es el progreso. Hallar ese tipo especial es la labor que corresponde al modesto maestro de la escuela rural de la sierra; es ese maestro quien debe ofrendar a la Patria una contribución que sea el fruto de sus observaciones pacientes, de sus ensayos contínuos, de sus estudios tesoneros y de ese empeño que sólo puede dar la conciencia del ejercicio de un verdadero apostolado.
Cuanto ensayo se ha realizado en el país no ha sido más que el vano intento de trasplante de sistemas educacionales creados u organizados para otros grupos superiores y nunca hemos orientado nuestra actividad a la formación de una escuela propia nacida en el medio y para el medio, por eso nuestras escuelas se resienten de una diferenciación desconcertante con el medio y por eso el fruto que se obtiene, si no es negativo, es insignificante, ésto en la parte instructiva; porque en los veintidos años de reforma del plan y organización que con pe