24 Amauta EL HOGAR EL NIÑO que la El hogar indígena reune las características propias de la unión en la que no ha intervenido en mucho el amor. El marido golpea continuamente a la esposa y ésta desafía aquel trato cruel insultando al marido en las numerosas ocasiones en las que se entregan a la embriaguez.
La mujer, después del lleno de algunas, muy pocas, obligaciones caseras, como la confección de las comidas, no atiende a los ciudados minuciosos que reclama la estructura material hogareña: a simple vista se nota ausencia completa de higiene, poco interés por los hijos, indolencia en el vestuario, etc.
La familia no aprecia a las personas, animales u objetos, sino bajo un criterio utilitario inmediato, acaeciendo muchas veces muerte del propio hijo no es más sentida que la del borrico. De allí que la familia se resienta de la falta de vinculación afectiva que una a sus miembros en un solo haz de comprensión y sentimientos; de esa trabazón o eslabonamiento que solamente puede crear el amor. La facilidad con que se desprenden los padres de sus hijos para entregarlos a la servidumbre del mestizo, nos dá la medida del grado afectivo que existe de padres a hijos y del que se creará el de hijos a padres. El sentimiento fraterno está también casi anulado: el niño indio llora inconsolable la muerte de uno de los carneros del rebaño, pero se muestra indiferente ante la muerte o desaparición del hermano.
En una sociedad primitiva en la que no existen aspiraciones de mejoramiento, el hogar tiene que ser forzosamente defectuoso bajo el punto de vista cultural y nunca podrá revestir las formas que exige la civilización. Las comodidades, las prácticas higiénicas, los cuidados maternales y toda la serie minuciosa de atenciones, llega en el hogar indígena a las formas más primitivas, las que tienen que influir en el individuo, de manera concluyente.
El hogar hace los caracteres particulares del individuo dándole una modalidad tan suya que es fácil distinguir a los miembros de una misma familia, dentro de los caracteres generales del grupo. Siendo decisiva la influencia del hogar, sobre todo cuando se trata de agrupaciones culturalmente inferiores, el niño indígena no puede ser otra cosa que um trasunto fiel de ese hogar. El hogar indígena tiene, efectivamente, muchos defectos de organización que resaltan a simple vista; lo primero que se nota es la falta de orden o disciplina, carácter distintivo del hogar de la tribu o del clan, pues que, todos los actos obedecen únicamente a las necesidades del momento; de donde el individuo, decimos el niño, como resultado de tal influencia, carece tambien de todo método ordenatriz en la vida. La incapacidad de prever las consecuencias lejanas de las acciones y la tendencia a no tener más guía que el instinto del momento, condenan al individuo lo mismo que a la raza, a permanecer en un estado inferior. Esa falta de orden y distribución metódica y racional del tiempo y del trabajo, es la principal causa de la carencia de prácticas higiénicas y otras que pueden levantar el plano de la vida en el indio. Cualquier habitación no tiene uso especial y sirve de granero, dormitorio y cocina; los objetos desempeñan multiplicidad de papeles, un lavador es a la vez un plato; los cobertores, pellejos y ponchos de la cama y del abrigo se utilizan como carona; las gallinas, cuyes, gatos y perros tienen dormida común con