Violence

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Amauta 23 tiene todos los caracteres propios de las colectividades primitivas, naturalmente que influirá en la unidad indio en un sentido que responda a su estado actual. El indio, para la sociedad de la que ha recibido la influencia es un valor encajado en las condiciones que exige perentoriamente tal sociedad. Pero el indio, como unidad, devuelve al mismo tiempo a la agrupación la influencia que recibió, sea de caracteres positivos o negativos, toda vez que la sociedad no es más que la suma de los valores individuales. De esta manera se forma una cadena recíproca en la que el grupo influye en el individuo y el individuo en el grupo.
La unidad indio considerada bajo este aspecto no puede atesorar valores positivos ya que la influencia que ha recibido y recibe es de un estacionarismo aplastante y la misma sociedad que educa tiene que ser por fuerza, como resultado del conjunto de tales elementos, muy medioLa agrupación mestiza o criolla ha vivido virtualmente separada de la indígena por lo que, ni las costumbres, ni las artes, ni ningún otro valor ha podido influir para modificar su personalidad. notándose apenas ciertas variaciones o rasgos externos en su manifestación social.
La religión es la que más ha influído y sin embargo, en forma tan paupérrima que podemos decir sin temor de equivocarnos, ha motivado una mezcla confusa de supersticiones e ideas fanáticas que no le han llevado a su espíritu ningún sentimiento superior. El comercio ha podido motivar tal vez un acercamiento o vinculación relativos y quien sabe cierta variación en el desarrollo de la personalidad indígena; pero como ha tomado los caracteres de la explotación, sus resultados han sido negativos. Bien es cierto que cuatrocientos años es tiempo muy apreciable para haber operado tal regresión, pero preciso considerar que ha existido una fuerza continua de absorción que le ha limitado el libre desarrollo de sus facultades y de sus aspiraciones: el servicio obligatorio, la práctica de costumbres extrañas, la violencia y otras muchas circunstancias han motivado el que el indio se envuelva en una atmósfera de retraimiento y adopte como arma de defensa todos los medios pasivos para contrarrestar esa absorción. El disimulo, el engaño, la pereza y otros muchos defectos de la raza no son más que medios que dictan las circunstancias del momento. Al clasificar como defectos de la raza o costumbres morbosas, como genealmente se ha dado en llamar, creemos que no se ha tenido en cuenta esas circunstancias especiales y quienes las han juzgado o an izado, no lo han hecho más que desde un plano superior, desde la eminencia de una cultura más elevada. Nos preguntamos. esas costumbres serían las mismas si no existiera el sojuzgamiento espiritual y material que jerce el mestizo?
El sometimiento actual no es más que un sistema de adaptación ante las fuerzas puestas en juego por el elemento superior que le aherroja. Es necesario haber vivido en la sierra y haber dedicado algunos momentos a la observación de las relaciones del mestizo y del indio y sin mucho esfuerzo de análisis encontraremos natural tales defectos y aun quedaremos admirados de la enorme resistencia que opone el indio a la corriente avasalladora del otro elemento, más preparado y en posesión de fuerzas convencionales que sólo favorecen a este último. La desvinculación de uno y otro elemento, es, pues, consecuencia natural de la acción del coloniaje y de la república y el solo examen de esa acción hace que justifiquemos usos y costumbres extraños a nuestra modalidad.
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