Socialism

Amauta en literatura, hay muy poca sustancia bajo esta palabra. Pero esto no obsta para que de la nueva sensibilidad. que en el orden social e ideológico prefiere llamarse nuevo espíritu. se llegue a hacer un verdadeto mito, cuyo justa avaluación, cuyo estricto análisis es tiempo de emprender, sin oportunistas miramientos.
La nueva generación empieza a escribir su autobiografía. Está ya en la estación de las confesiones, o mejor del examen de conciencia.
Esto podría ser una señal de que estos años de estabilización capitalista la encuentran más o menos desocupada. Drieu la Rochelle inauguró estas confesiones. Casi simultáneamente André Chamson y Jean Prevost, en documentos de distinto mérito y diversa inspiración, nos cuentan ahora su experiencia del año 19. André Chamson, representa en Francia a una juventud bien distante de la que se entretiene mediocremente en la imitación de los sutiles juegos de Giraudoux y de las pequeñas farsas de Cocteau. Su literatura, novela o ensayo, se caracteriza por una búsqueda generosa y seria.
La juventud francesa, cuyas jornadas de 1919 nos explican André Chamson en un ensayo crítico e interpretativo y Jean Prevost en una crónica novelada y autobriográfica, es la que no pudo por su edad marchar al frente y se impuso prematuramente madura y grave, la obligación de pronunciar a los dieciocho años un juicio sobre la historia. Se vió entonces escribe Chamson toda una juventud revolucionaria, aceptando la revolución o viviendo en la espera de su triunfo. Chamson alcanza un tono fervoroso en la exégesis de esta emoción. Pero el contagio de su exaltación, no debe turbar la serenidad de nuestro análisis, precisamente porque en este proceso de la nueva generación, nosotros mismos nos sentimos en causa. La onda espiritual, que recorrió después de la guerra las universidades y los grupos literarios y artísticos de la América Latina, arranca de la misma crisis que agitaba a la juventud de 1919, coetánea de André Chamson y Jean Prevost, en la ansiedad de una palingenesia. Dentro de las diversas condiciones de lugar y hora, la revolución de 1919 no es un fenómeno extraño a nuestro continente.
Chamson se atiene, respecto al espíritu revolucionario de esa juventud, a pruebas en exceso subjetivas. Las propias palabras transcritas indican, sin embargo, que ese espíritu revolucionario, más que un fenómeno subjetivo, más que una propiedad exclusiva de la generación del 19, era un reflejo de la situación revolucionaria creada en Europa por la guerra y sus consecuencias, por la victoria del socialismo Rusia y por la caída de las monarquías de la Europa central. Porque si la juventud del 19 aceptaba la revolución o vivía en la espera de su triunfo, era porque la revolución estaba en acto, anterior y superior a los voliciones de los adolescentes, testigos de los horrores y sacrificios de la guerra. Nosotros esperábamos la revolución agrega el joven ensayista francés nosotros queríamos estar seguros de su triunfo. Pero, en la mayor parte, no habiendo arrivado a ella por el camino de las doctrinas, éramos incapaces de fijarle un sentido político, ni siquiera un valor social bien preciso. Estos juegos de la mente, estas previsiones de los sistemas habrían sin duda engañado nuestra espera: pero nosotros queríamos más y, del primer golpe, nos habíamos colocado más allá de esta revolución social, en una especie de absoluto revolucionario. Lo que nosotros esperábamos era una purificación del Mundo, un nuevo nacimiento: la sola posibilidad de vivir fuera de la Guerra.
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