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2 Amauta menta económica, so capa de idealizarlo. De esta comparación Bukharin sale, sin duda, mucho mejor parado que de Man, aunque todas las simpatías de Vandervelde sean para este último. Basta considerar que la Theorie du Materialisme historique es un manual popular, un libro de divulgación, en el que por fuerza el marxismo debía quedar reducido a un esquema elemental. El marxismo descarnado, esquelético de Bukharin, se mantendría siempre en pié, llenando el oficio didáctico de un catecismo, como esas osamentas de museo que dan una idea de las dimensiones, la extructura y la fisiología de la especie que representan, mientras el marxismo desosado de Henri de Man, incapaz de sostenerse un segundo, está condenado a corromperse y disgregarse, sin dejar un vestigio duradero.
Henri de Man resulta, pues, descalificado por el reformismo, por boca de quien entre todos sus corifeos se sentía, ciertamente, más propenso a tratarlo con simpatía. eso es perfectamente lógico no sólo porque una buena parte de Más allá del Marxismo constituye una crítica disolvente de las contradicciones y del sistema reformistas, sino porque la base económica y clasista del marxismo no es menos indispensa ble, prácticamente, a los reformistas que a los revolucionarios. Si el socialismo reniega, como pretende de Man, su carácter y su función clasistas, para atenerse a las revelaciones inesperadas de los intelectuales y moralistas dispuestos a prohijarlo o renovarlo. de qué resortes dispondrían los reformistas para encuadrar en sus marcos a la clase obrera, para movilizar en las batallas del sufragio a un imponente electorado de clase y para ocupar, a título distinto de los varios partidos burgueses, una fuerte posición parlamentaria? La social democracia no puede suscribir absolutamente las conclusiones del revisionista belga, sin renunciar a su propio cimiento. Aceptar, en teoría, la caducidad del materialismo económico, sería el mejor modo de servir toda suerte de prédicas fascistas. Vandervelde, interesado como el que más en apuntalar la democracia liberal, es todo lo cauto que hace falta para comprenderlo.
14 escribe un amigo y camarada, cuya inteligencia aprecio mucho, que a su juicio el mérito de la obra de Henri de Man es el de un esfuerzo de espiritualización del marxismo. En su doble calidad de intelectual y universitario, mi amigo debe haberse Jescandalizado, en más de un comicio, del materialismo simplicista y ciemental de ortodoxos catequistas. Conozco muchos de estos casos; y yo mismo he hecho su experiencia en las primeras etapas de mi indagación del fenómeno revolucicnario. Pero, aún sin avanzar prácticamente en esta indagación, basta meditar en la naturaleza de los elementos de que ese juicio se contenta, para advertir su nulidad. Mi amigo encontraría absurda la pretensión de conocer y valorar el catolicismo por las pláticas de un cura de barrio. Exigiría en el crítico un trato serio y profundo de la escolástica y de la mística. todo investigador honrado lo acompañaría en esta exigencia. Cómo puede, entonces, convenir con el primer estudiante de filosofía que acaba de recoger de su profesor una frase de disgusto y desdén por el marxismo, en la neces dad de espiritualización de esta doctrina, demasiado grosera para el paladar de la cátedra, tal como la entienden y propagan sus vulgarizadores de mitin?