Bourgeoisie

Amauta 75 es considerándolo como tal. Hay, en efecto, un arte revolucionario, teatral, argumental, exterior, que nada tiene que ver con la ideología y la conciencia individual: Otro, legítimo, fruto de una ideología, en el cual el sentimiento y la pasión revolucionarias, dan a la creación artística un contenido propio, un valor esencial e inconfundible, que nada tiene que ver con los asuntos, con la mise en scene. sinó con la ideología y la conciencia individual.
Cuando el artista, dándoselas de revolucionario, toma como asuntos, como fuentes artísticas, escenas de la revolución y de la vida proletaria, de la lucha de clases, sin fecundar esta visión con una pasión revolucionaria, su actitud, como revolucionario, ilegítima y gratuita y su arte no pasa de la teatralidad, de la farsa. Un artista burgués, profundamente académico, no por el hecho, fácil y simple, de cambiar de escenario, de temas, de argumentos, se convierte en artista revolucionario y puede dárselas de tal. En México, tanto como los políticos porfirianos que posan de revolucionarios, porque así conviene a sus intereses, abundan los pintores, académicos y burgueses, que se las dan de furiosos revolucionarios, explotando los temas y asuntos de la revolución, no hay que decirlo, de una manera completamente teatral, dándoles el tono encendido y declamatorio de una arenga demagógica. esta es la posición, la trinchera, la defensa, del falso artista revolucionario.
Pero cuando el artista revolucionario lo es, no por un simple cambio de marchamo, por una variación de escenarios, por obra de prestidigitación, sino respondiendo fielmente a actitud humana, creadora, vital, que vincula el artista, como hombre, la lucha social y revolucionaria, no necesita acudir a esa teatralidad, muy mexican curious. ni cultivar los asuntos locales y episódicos. Cualquier asunto, de cualquiera índole, es interpretado por ese artista conforme a un nuevo sentido moral, es decir, conforme a un nuevo ideal social, que es la fuente de toda moral, y no necesita ampararse en fáciles recursos teatrales.
Porque, son las vinculaciones de cada individuo con los demás individuos, de estos con la sociedad, las que determinan las formas de moral, social e individual: Cuando varian estos vínculos, varían, necesariamente, las normas de conducta moral, condicionada por las relaciones que se establecen de individuo a individuo del individuo a la sociedad. estas convenciones morales. de convivencia, de intercambio. influyen decisivamente en la actitud del individuo frente al medio, en las formas de verlo, de contemplarlo, de interesarse por él, de situarse ante el mundo, y valorarlo, en su conciencia Una escena de la vida humilde, del vivir proletario, por un pintor burgués será visto con curiosidad, con un interés y una atención puramenten estéticas; por un hombre humilde, vinculado a esta escena, de la cual es protagonista, integrando el círculo de su propia vida, será vista con una emoción profundamente humana, con un gran sentido de dignidad, vinculado como está a ella, por nexos profundos, no por una simple curiosidad episódica. Para los dos, la misma escena, tiene, pues; un sentido completamente distinto, un valor moral contradictorio, y por lo mismo, necesariamente, un sentido estético que nada tiene de común entre sí, determinando dos visiones distintas.
Conclusión, segunda: el arte revolucionario, el arte social, no consiste, entonces, en un simple cambio escénico. suplantando los temas y argumentos burgeses por temas y argumentos revolucionarios y proletarios, sino en la exisetncia de un nuevo sentimiento moral, humano, que se revela sin necesidad de cambiar de escenarios, sin variaciones temáticas, sin una mise en scene especial, muy al gusto de los turistas de allende el Bravo, maravillados de tanta curiosidad y encantados del color local. No hay una a