Soviet

62 Amauta es da! gritaría sin duda, si osara hablar. Semachsko justiciero y duro. Había hecho poco.
Poco: en estos cuatro signos cabe, en efecto, todo lo que el antiguo régimen, con sus inmensos recursos, ha realizado, a lo largo de los siglos, para este pueblo que lo nutría. Es verdad que antes de la guerra una cuarta parte de los enfermos de Moscú no podía recibir cuidados por falta de sitio en los Hospitales. Es exacto. Nosotros hemos hecho bajar esta proporción a la 52 parte. Resultado que puede parecer mínimo. Pero que supone un trabajo. efectivo (Semachsko ha pesado la palabra. si ustedes tienen en cuenta que la población de Moscú se ha duplicado. Ah! la gran dificultad no está en Moscú.
El sabio abre unas manos creadoras, entre las que el espacio toma un valor extraño. Su mirada se dirige al mapa de la con una decisión tranquila. Al lado de la luz de ese rostro, el celo del joven se parece a ese reflejo ingenuo con que en los escaparates de los zapateros brillan los calzados que no han servido todavía.
Con bastante reserva, bastante atenuación y un olvido total de sí mismo, Semachsko nos dice la obra inmensa emprendida en la campiña rusa, a través de la floresta y de la estepa: las nociones de la higiene activamente esparcidas; la creación esas células sanitarias que reunen médicos y representantes de los soviets locales. ya el esbozo de este gran proyecto: dar a cada conjunto de 80, 000 habitantes un hospital moderno con servicios de cirugía y de especialidades, con dispensarios para luchar contra la sífilis y la tuberculosis. Casi todo queda todavía por hacer, repite Semachsko. Será el trabajo de dos generaciones.
Acabo de experimentar una impresión que la política difícilmente puede producir, a no ser que se halle asociada con la ciencia. Estoy convencido de haber visto a la cabeza de un ministerio un hombre útil y un hombre honrado.
Veamos los hechos. No silenciemos ni lo irreprochable ni lo rudimentario.
Desde tres años a esta parte se ha edificado en las grandes ciudades unos vastos centros hospitalarios, conformes a las exigencias modernas. Plantas autónomas de vapor y electricidad; pabellones aislados por jardines; laboratorios; salas operatorias de maquinaria eficiente y muda; servicios de especialidades; servicios de rayos cuyos juegos de cristal y de acero, de clínica y de matemática ganan en seguida la admiración. No se ve cosas mejores en Nueva York ni en Montreal. Repito que no se trata absolutamente de algún hospital modelo, y único, de un espécimen para el uso del extranjero. El esfuerzo es múltiple. lo que más vale, profundizado. Para unos ojos avisados, cien detalles lo atestiguan.
Por supuesto. aquí en la medicina como en todo otro campo, contrastes excesivos. La hay que repetirlo sin cesar, es un país heteroclito; regresando de él, el viajero parcial, que no quiso ver sino un lado de las cosas, puede mentir audazmente, no haciendo más, sinembargo, que referir verdades. Al lado de servicios magníficos, otros anticuados, donde la grieta está dando cita al mugre. Y, a veces, cier