Bourgeoisie

26 Amauta esta música, no estaba destinada al triunfo inmediato, y a la manera de aquellas esporadas que ocultan la vida, su desrrrollo se reservaba pa ra el tiempo oportuno. la música melódica (música egoárguica. se le vió salir del mismo seno popular. Del bajo pueblo por ser él quien sufre más que otras esferas sociales, las verdaderas tiranías. En cambio, las más exigentes limitaciones sexuales necesariamente han de ser de la mediana burguesía. No del bajo fondo, por su escasa cultura moral; tampoco de la aristocracia o de la gran burguesía a quienes la Iglesia y la sociedad misma les dispensan del orden moral. Así se explica, siguiendo la importancia gradual de ambas coartaciones, que el Gótico místico saliera de la mediana burguesía; pero el Eslavismo salió y debió necesa riamente salir del pueblo mismo.
Obsérvese también que aquellos pueblos que han atravesado circunstancias análogas a las del pueblo eslavo, han adquirido un folklore musical superabundante. No es otro el origen de nuestro incasismo.
En todos los casos hay una infiltración intensa de melancolía, o se irrumpe en danzas que atiborrarán los yugos. Los sentimientos humanos se traducen íntegramente. Lo más exquisitamente triste o la más franca alegría compensatoria son las tendencias límites del eslavismo puro. aún si queremos ir más lejos podemos, remontando el curso de la historia, encontrar la génesis motival de la melancolía y del ritmo que le es casi inseparable. Las emociones del clan o de la tribu debieron exteriorizarse en las formas de arte primitivo: inscripciones, grabados de las rocas, objetos groseros y las primeras danzas. Así nació el ritmo, que debió ser algo que actualizara los afectos del hombre primitivo durante sus combates. Después, para hacer revivir los recuerdos del triunfo, debieron repetirse las mismas danzas y los mismos ritmos; o bien para excitar a los hombres a los nuevos combates, o para honrar tales sucesos en las solemnidades.
Es así como danza y ritmo tienen el mismo origen, y como se deja entender por lo ya dicho, la motividad profundamente egocentrista.
Después aquellas manifestaciones de dolor, de victoria o de venganza debieron sublimarse en formas ya un poco disfrazadas (primer indicio de sublimación) y así se obtuvo la música guerrera. Pero, en los mismos tiempos, ya debió iniciarse un desarrollo diferente y sentar con las pompas fúnebres una música cuya categoría debía ser para lo posterior muy diferente. Pero lo que importa hacer notar es que ya no se trata de una manifestación puramente egoárquica; los componentes integrativos son especialmente los sexuales. Esta música fúnebre debió evolucionar hacia la religiosa, pero sólo después de un lapso muy largo.
La elaboración de la melodía es una adquisición más elevada. La actualización de los instintos se fué sutilizando en la medida que las formas del arte se iniciaban. La historia del desarrollo de la lodía está ligada íntimamente con la de los antiguos bardos, quienes con sus cantos monótonos no sólo celebraban las hazañas de sus compatriotas, sino que a menudo les incitaban proezas.
Fácil es inferir que el origen de semejantes sublimaciones sólo puede ser el egoárquico. fué en todo caso la idea de proezas, o el deseo de combates los que fomentaron a la producción. La evolución debió proseguir con el desarrollo de la inteligencia, y así como en el totem me