BourgeoisieDemocracyEngelsMarxMarxismSocial Democracy

Amauta ea torneos de fuerza para acercar el espíritu a las cosas. Más lejos Engels, reprocha a Kant como lo hemos visto ya, ser agnóstico y no desviar el agnosticismo consecuente. Discípulo de Engels, Lafargue polemizaba en 1900 contra los kantistas (entre los cuales se encontraba entonces Carlos Rappoport. Al comenzar el siglo, la burguesía, habiendo terminado su obra de demolición revolucionaria, renegaba su filosofía volteriana y. libre pensadora: se restablecía el catolicismo que el maestro decorador Chateaubriand embadurnaba de imágenes románticas, y Sebastián Mercier importaba el idealismo de Kant para dar el golpe de gracia al materialismo de los Enciclopedistas a cuyos propagandistas había guillotinado Robespierre. Al fin de este siglo que en la historia llevará el nombre de siglo de la burguesía, los intelectuales ensayan aplastar bajo la filosofía kantiana, el materialismo de Marx y Engels. El movimiento de reacción ha debutado en Alemania, aunque esto no agrade a los socialistas integralistas que quisieran atribuir el honor a su jefe, Malon: pues Malon estuvo en la escuela de Hochberg, Bernstein y otros discípulos de Duhring que reformaban en Zurich el marxismo (Lafargüe alude a un cierto movimiento de ideas que se produjo en el seno de la social democracia alemana hacia 1875 80. así es, pues, posible que veamos a Jaurés, Fourniére y los demás intelectuales hartarnos de Kant, desde que se habían familiarizado con su terminología. Rappoport se quivoca cuando afirma que para Marx existe identidad de la idea y de la realidad. Desde luego nosotros no nos servimos jamás de esta fraseología metafísica. Una idea es tan real coino el objeto cuyo reflejo cerebral es. Al fin de recrear un poco a los camaradas que deban ponerse al corriente de la filosofía burguesa, voy a exponerles en qué consiste ese famoso problema que tanto ha preocupado a los cerebros espiritualistas. Un obrero que come una salchicha y que recibe cien centavos por día sabe muy bien que es robado por el patrón y que se alimenta con carne de puerco, de que el patrón es un ladrón y de que las salchichas son agradables al gusto y nutritivas al cuerpo. Absolutamente, dicen los sofistas burgueses, que se llaman Pyrrhon, Hume o Kant, su opinión es personal, por lo tanto subjetiva; porque podría creer con tanta razón de que el patrón es su benefactor y que la salchicha es cuero picado, pues no puede conocer la cosa en sí. El problema está mal planteado, cosa que en todo caso implica su dificultad. El hombre, para conocer un objeto debe verificar inmediatamente si sus sentidos no le engañan. Los químicos han ido más lejos, han penetrado en los cuerpos, los han analizado, los han descompuesto en sus elementos, después han hecho un trabajo inverso, los han recompuesto con elementos.
Desde el momento que el hombre los elementos puede producir cuerpos para su uso, puede como lo remarca Engels, pensar que él conoce los cuerpos en sí mismo. El Dios de los cristianos si existiese y hubiese creado el universo tampoco sabría más. Nos hemos permitido esta larga citación a fin de mostrar cómo Lafargue comprendía a Engels y criticaba a Kant de izquierda, no en razón de los rasgos por los cuales el kantismo se distingue de la doctrina de Hume: mucho menos en razón de la admisión de la cosa en sí, sus con