2 Amauta La cuestión dice en el paragrafo 56, de saber si es necesario eliminar, como supérfluas del contenido de la experiencia las nociones apriori de la razón y crear así una experiencia pura es por excelencia planteada aquí, que nosotros la sepamos por primera vez.
Hemos visto ya que Avenarius depura también el kantismo de la admisión de la necesidad y de la causalidad.
Luego depura el kantismo de la hipótesis de sustancia (parágrafo 95) es decir, de la cosa en sí que, según Avenarius, no está dictada por el substratum real de la experiencia, sino introducida por el pensamiento. Veremos después que esta definición dada por Avenarius de su tendencia filosófica coincide enteramente con la definición de Mach, de la cual no difiere más que por el estilo amanerado.
Mas es necesario observar que Avenarius miente simplemente cuando dice haber planteado el primero en 1876, la cuestión de la de.
puración de la experiencia. es decir, de la depuración de la doctrina de Kant del apriorismo y de la hipótesis de la cosa en sí. En realidad el proceso de la filosofía clásica alemana suscita inmediatamente después a Kant, una crítica del kantismo orientada precisamente en ese sentido. Esa corriente de la filosofía clásica alemana está representada por Schulze Aenesidemus, que profesa el agnosticismo de Hume, y por Fichte, que profesa el berkeleyismo, es decir el idealismo subjetivo. Desde 1792, Schulze Aenesidemus criticaba justamente a Kant, por haber admitido el apriorismo (1 pp. 56 141 y otras) y la cosa en sí. Escépticos o discípulos de Hume, decía Schulze, negamos la cosa en sí, como saliendo de los límites de toda experiencia (p. 57. Nosotros negamos el conocimiento objetivo (p. 25) negamos que el espacio y el tiempo tengan una existencia real y exterior a nosotros (p. 100. negamos que haya en la experiencia una necesidad (p. 112. una causalidad, una fuerza, etc. 113. No se nos puede atribuir realidad fuera de nuestras ideas (p. 114. Kant demuestra dogmáticamente el apriorismo afirmando que él existe, puesto que no podemos pensar de otra manera. En filosofía, le responde Schulze, este argumento servía desde siempre para demostrar la naturaleza objetiva de lo que está fuera de las representaciones mentales. 141. Razonando así, se puede atribuír causalidad a las cosas en sí (p.
142. La experiencia no nos enseña jamás (Wir erfahren niemals)
que la acción ejercida sobre nosotros por las cosas objetivas cree las representaciones. Kant no ha probado absolutamente que ese no se sabe qué exterior a nuestra razón deba estar considerada como la cosa en sí, diferente de nuestra sensación (Gemüth. La sensación no puede ser pensada sino como la base única de todo nuestro conecimiento (p. 265. La crítica de la razón pura de Kant funda sus razonamientos sobre la premisa de que todo conocimiento comienza por la acción de las cosas objetivas sobre los órganos sensoriales (Gemůth) y ella misma niega la verdad y la realidad de esta premisa (p.
266. Kant no ha refutado absolutamente al idealista Berkeley. pp.
268 272. Se ve, pues, que Schulze adepto de Hume, rechaza la doctrina de Kant sobre la cosa en sí como una concesión inconsecuente al materialismo, es decir a la aserción dogmática de que la realidad objetiva nos es dada en la sensación, o en otros términos, que nuestras representaciones están engendradas por la acción de las cosas objetivas (independientes de nuestra conciencia) sobre el órgano de los