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76 Amauta El proletariado británico ha llegado a la política socialista, por espontáneo impulso de su acción de clase, malgrado su supersticiosa y conservadora aprensión acerca del socialismo y sus teóricos. Los sindicatos y las gildas, descienden de las corporaciones medioevales. en el proceso de su crecimiento, se han impregnado hondamente de los principios de una educación y una economía liberales. Más aún: su volición ha sido refractaria al socialismo. Los trade unions en parte por empirismo británico, en parte por representar en el mundo en la época de expansión y prosperidad del imperio de la Gran Bretaña una aristocracia obrera, en parte por el ascendiente de un capitalismo vigoroso y progresista, han temido y evitado el doctrinarismo socialista. Sin embargo, acentuadas las contradicciones internas del capitalismo, planteada la cuestión de su impotencia para resolver la crisis de la producción, ese proletariado no encuentra otro camino ni adopta otro pro.
grama que el del socialismo.
Esta cuantiosa experiencia, cumplida en el mayor Estado capitalista de Europa, demuestra, contra lo que puedan sofisticar revisionistas y confusionistas tan baratos como pedantes, que, por la vía del capitalismo y sus instituciones, empírica o doctrinalmente, se marcha hacia el socialismo. Lo que no quiere decir, absolutamente, que antes de que el proletariado adquiera consciencia de su misión histórica, y se organice y discipline políticamente, el socialismo sea posible. La premisa política, intelectual, no es menos indispensable que la premisa económiNo basta la decadencia o agotamiento del capitalismo. El socialismo no puede ser la consecuencia automática de una bancarrota; tiene que ser el resultado de un tenaz y esforzado trabajo de ascensión.
El caso inglés no prueba sino que, aún negando a priori al socialismo doctrinal y político, se arriba ineluctablemente a él, apenas el proletariado entra, como fuerza política, en su mayor edad. La resistencia a este socialismo en el movimiento trade unionista, de otro lado, se explica perfectamente por los factores ya enumerados. Inglaterra, en el terreno filosófico, se ha atenido siempre al hecho, a la experiencia. Ha sido un país receloso ante toda metafísica. El espíritu general de la cultura intelectual y de la filosofía anglo sajona observa fundadamente Max Eastman ha sido siempre, a pesar del pequeño petardo lanzado, en nombre de la divinidad, por el obispo Berkeley, terrer a terre y científica. La política inglesa ha preferido ser práctica. a teórica. Como consecuencia, el empirismo británico se dobla de conservantismo. Ya esto se debe, a la vez que la segura marcha del capitalismo en Inglaterra, su incapacidad de resolver su antinomia con instituciones y privilegios superstites que no lo embarazaban excesivamente en su desarrollo. Esta ha sido, desde cierto punto de vista, y hasta un dado momento, la fuerza del capitalismo británico; pero esta ha sido también su debilidad. Concluirá en el próximo número. ca.
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