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Amauta 75 12 PUESTAMENTE a lo que pretende una crítica superficial y apriorística, el desarrollo del socialismo inglés importa la confirmación más inapelable de la teoría marxista, que nó en balde descansa en el estudio de la economía, teórica y Upráctica, de Inglaterra. Marx y su escuela de Lenin a Hil.
ferding sostienen que la evolución del capitalismo conduce a las condiciones materiales y espirituales de un orden socialista, hoy no son pocos los revisionistas y polemistas del género de Henri de Man que, contentándose con anotar el carácter esencialmente británico nálamente marxista del movimiento socialista de la Gran Bretaña, lo indican como un testimonio contrario a la doctrina de Marx. Basta, sin embargo, ahondar un poco en los hechos, para comprobar que el testimonio es, más bien, favorable.
Los orígenes del movimiento socialista inglés no son doctrinarios, intelectualistas, como los de la social democracia alemana ni como los del bolchevismo ruso. En Inglaterra, el Labour Party nace de las trade unions que aparecen y se desenvuelven como asociaciones de naturaleza extrictamente económica y profesional. El trade unionismo crece indiferente y hasta hostil al doctrinarismo político y económico.
En absoluto acuerdo con el espíritu británico, le interesan los hechos, nó las teorías. Los núcleos intelectuales socialistas, carecen durante mucho tiempo de arraigo en los sindicatos. El Independant Labour Party. no obstante su moderación, solo se convierte en el estado mayor del movimiento obrero, después de la guerra. el propio partido laborista solo entra en su edad adulta en este siglo. Antes, la mayor parte de los votos obreros no se sentía aún vinculada a su política. El proletariado británico, organizado en las trade unions. no había reivindicado todavía su autonomía política en un partido de clase. Pero, a medida que el capitalismo declina. y que la función del partido lic.
beral pierde su sentido clásico y que el poder y la madurez políticas del proletariado se acrecentan crece el alcance de las reivindicaciones obreras hasta desbordar y romper su marco primitivo. Las reivindicaciones corporativas, inmediatas, se transforman gradualmente en reivindicaciones de clase. La influencia de los líderes convictos de socialismo, se sobrepone a la autoridad de una burocracia meramente sindical. El Labour Party se descubre, poco a poco, un finalismo socialista. Quiere la socialización de los medios de producción, como los otros partidos socialistas. aunque la quiere con parsimonia y prudencia británicas propugnándola en lenguaje simplemente reformista, lo cierto es que la reconoce como su meta natural y legítima. Los otros partidos reformistas de Europa, emplean desde su nacimiento un lenguaje distinto. Se atribuyen, en grado más o menos enérgico, una ortodoxia marxista. Pero si ésta ha sido su teoría, su praxis. y su mismo espíritu no ha estado muy distante de la del reformismo inglés. Hoy mismo la distancia entre una y otra práctica es insignificante si existe.
El Partido socialista francés puede convertirse, en cualquier momento, en un partido ministerial como el laborista. entre un discurso de Paul Boncour y otro de Ramsay Mc Donald, a la orilla del Lago Leman no habrá nunca ninguna diferencia sustancial.
Ambos, por otra parte, tienen el mismo aire mundano y empolvado de filósofos de la Enciclopedia y de primeros ministros del Rey.