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74 Amauta a razones propiamente científicas ni filosóficas. El Psicoanálisis era ob.
jetado, ante todo, porque contrariaba y soliviantaba una espesa capa de sentimientos y supersticiones. Sus afirmaciones sobre la subconciencia.
y en especial sobre la libido, infligían a los hombres una humillación tan grave como la experimentada con la teoría de Darwin y con el descubrimiento de Copérnico. la humillación biológica y a la humillación cosmológica, Freud podría haber agregado un tercer precedente; el de la humillación ideológica, causada por el materialismo económico, en pleno auge de la filosofia idealista.
La acusación de pen sexualismo que encuentra la teoría de Freud, tiene un exacto equivalente en la acusación de pan economicismo que halla todavía la doctrina de Marx. Aparte de que el concepto de cconomía es en Marx tan amplio y profundo como en Freud el de libido, el principio dialéctico en que se basa toda la concepción marxista excluía la reducción del proceso histórico a una pura mecánica económica. los marxistas pueden refutar y destruír la acusación de pan economicismo, con la misma lógica congue Freud defendiendo el Psicoanálisis dice que se le reprochó su pan sexualismo, aunque el estudio psico analítico de los instintos hubiese sido siempre rigurosamente dualista y no hubiese jamás dejado de reconocer, al lado de los apetitos sexuales, otros móviles bastantes potentes para producir el rechazo del instinto sexual. Así mismo en los ataques al Psicoanálisis no ha influído más que en las resistencias al marxismo, el sentimiento anti semita. muchas de las ironías y reservas conque en Francia se acoge al Psicoanálisis por proceder de un germano, cuya nebulosidad se aviene poco con la claridad y la mesura, latinas y francesas, se parecen sorprendentemente a las que han encontrado siempre el marxismo, y no solo entre los anti socialistas, en ese país, donde un subconsciente nacionalismo ha inclinado habitualmente a las gentes a ver en el pensamiento de Marx el de un boche oscuro y metafísico. Los italianos no le han ahorrado, por su parte, los mismos epítetos ni han sido menos extremistas y celosos en oponer, según los casos, el idealismo o el positivismo latino al materialismo o la abstracción germanas de Marx. los móviles de clase y de educación intelectual que rigen la resistencia al método marxista, no consiguen sustraerse, entre los hombres de ciencia, como lo observa Max Eastman, los propios discípulos de Freud, proclives a considerar la actitud revolucionaria como una simple neurosis. El instinto de clase determina este juicio de fondo reaccionario El valor científico, lógico, del libro de Max Eastman, y esta cs la curiosa conclusión a la que se arriva al final de su lectura recordando los antecedentes de su Depuis la Morte de Lenin y de su ruidosa ex comunión por los comunistas rusos, resulta muy relativo, a poco que se investigue en los sentimientos que inevitablemente lo inspiran.
El psicoanálisis, desde este punto, puede ser perjudicial a Max Eastman como elemento de crítica marxista. Al autor de La Ciencia de la Revolución le sería imposible probar que en sus razonamientos neo revisionistas, en su posición herética y, sobre todo, en sus conceptos sobre el bolchevismo, no influyen mínimamente sus resentimientos personales.
El sentimiento se impone con demas ada frecuencia al razonamiento de este escritor que tan apasionadamente pretende situarse en un terreno objetivo y científico.