José Carlos Mariátegui

Amauta 43 VALORES VERNACULOS DE LA POESIA DE EGUREN, por Gamaliel Churata.
OR en este paradógico país más que la misma producción literaria, su crítica, ha sufrido de cirrosis portuaria con algunas incoadas purgaciones europeizantes. Así Federico More pudo decir de González Prada que fué el menos peruano de nuestros escritores cuando tan sencillo le resultaba expresar que era el más antilimeño de todos.
No extraña, pues, que a Eguren se le depare un andamio escandinavo o satánico.
De la poesía de Alejandro Peralta se dijo que era europea y hasta hubo jumentillo que la creyó colonial. Mariátegui por hablar con tono resabido y exhibir trabajo disciplinado se le ha negado, más de una vez, experiencia peruana. Por tanto, al poeta de la Canción de las Figuras no hay homeópata que le sane la purgación exótica, y es, ha sido y posiblemente siga siendo el más extraño y desconcertante lírida de este país desconcertado. eso que Eguren ha escrito Colonial la poesía de sabor neoespañol por excelencia, neoespañol, colonial o virreynal, como se quiera, y en este concepto tendría derecho a que se le juzgara con más sentido de realidad que sentimiento libresco. Jor.
ge Basadre ha enseñado a distinguir entre sino histórico y mito mestizo. Porque no es del caso que el uso de una constante toponimia nórdica, haya sido causa suficiente para arrastrar el ancestro del poeta a las más apartadas regiones de la antropolía cuando para hallarlo raro, misterioso, sibilino bastaba capiscarle el llauto bajo la melena ensortijada de cazador de figuras. Para nada se examinó la raíz oculta, el sino histórico, el protoplasma de su intención estética; se creyó más donoso juzgar que el dato erudítico, el moroso deporte a través del libro de aventuras habían forjado su visualidad extraordinaria, y no se quiso pensar en el influjo que sobre él había ejercitado el imperio de la Naturaleza. Acaso sin buscarlo y es como se dá el verdadero creador Eguren escribió en Los Angeles Tranquilos una linda y fresca poesía aymara. Poesía de tierra empapada, remojada por lluvias tempestuosas de Verano; poesía de ala húmeda, de corazón esponjado, de sierra y de andinismo. Pasa la tempestad batiendo hierro de aire filo en la bigornia de la cordillera, mientras waiños y pinkullos cantan la soledad aurora. La soledad aurora! He aquí una síntesis verbal digna de artista tiawanaqu. qué verídica exactitud de naturaleza andina! Los ángeles tranquilos, no son otros que los achachillas los gnomos de las pajchas que, desde el viento paridor del agua, contemplan el vendaval, ia soledad aurora.
En mayores renglones la excursión se haría sorpresiva tentando una interpretación vernacular de la poesía humana de don José María Eguren; cuya americanidad o peruanidad, sólo podría ponerse duda cuando despejáramos el camino de un venerable ídolo: don Ricardo Palma, considerado el mejor escritor peruanista, y que sólo es, sin embargo, el mayor castellanista de América.
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