Amauta 29 lo trágico cotidiano, que por más que se ahonde siempre aparece como inédito. Pero Eguren tiene un significado verbal distinto al de Vallejo.
Musical y pictóricamente aristocrático es el verso de Eguren; fuerte, criollo, sin trabas el de Vallejo. Las mujeres que aman los versos y que tienen gusto, amarán, seguramente los de Eguren; en cambio, los de Vallejo no deben gustarles, por broncos y rijosos. Los temas predominantes de Eguren son, además, símbolos indescifrados; Vallejo sólo llega a las imágenes. Lo ininteligible en Eguren suele ser el sentido de sus poemas y en Vallejoo las frases mismas sin sindéresis. Vallejo está plantado en medio de la vida; Eguren en un mundo de milagrería que sólo en lo profundo recoje lo vital de la vida. Así también mientras la vida de Eguren es una vida subterránea, en la biografía de Vallejo se cuentan la prisión, la diaria bohemia de la pobreza. La melancolía de Eguren hiere; el dolor de Vallejo desgarra. La una penetra como una nie. bla; el otro estruja como una zarpa. Eguren no comprende que Vallejo ponga la palabra cobrador para sugerir una emoción estética aunque sea líricamente; Vallejo no comprende que Eguren se solace pintando la liga de la marquesita de Colonial. Vallejo viene de la sierra, del pueblo con un sello de autoctonismo; Eguren es un producto aristocrático, tan aristocrático que no tiene contacto con nuestra realidad abigarrada. Vallejo es más humano y Eguren más artista. Los poemas de Vallejo dan la sensación de algo no concluído, de algo a medio hacer, pero con un estupendo fracaso; los poemas de Eguren dan la sensación de algo acabado. Sin embargo, genéricamente, puede decirse que el arte de Eguren ha tramontado mientras que Vallejo está actualmente en París, y es aún joven.
Podrá decirse que es un elogio este ensayo. Al mismo tiempo es, sin embargo, una elegía. Somos muchos los que amamos al poeta y, sin embargo, vemos en sus últimas producciones una glosa a las anteriores, un inútil intento de superar la intensidad de otrora. El arte nuevo, nuestra sensibilidad juvenil son más complejos, más amplios. Ello no importa mucho. Cinco o seis de sus poemas bastan para que siempre nos asombremos de que este artista viva al lado nuestro. RAMONA JOSE MARIA EGUREN, por Luis Alberto Sáncher.
UANDO mayor era el auge del apostolismo americanista, apareció esta poesía aparentemente desamericanizada. En derredor alzábase el tumulto de Rodó. Para concebir la poesía precisaba, timbre de blasón, el cisne rubeniano. Eguren prescindió del Cisne y de Ariel. Además, se presentó al margen de la universidad. No tuvo parentesco con los periódicos.
Huérfano de ambiente de redacción. Sin sospechosas visitas a Lorrain.
Ni una fontana. ni una luna como rima forzada, ni un parque abandonado. Exilio de Juan Ramón, el de los Jardines lejanos. ni una sola frase de Nietzsche como lema de una estrofa.
Eguren representó los caracteres negativos de la poesía de entonces. Se le puede definir a su aparición por lo que no fué. Ninguna afirmación alcanza a retratarlo mejor. No surgió a la literatura como