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Libros y Revistas CRONICA DE LIBROS lentas derriba y desmorona lo apolillado y caduco y con su plasma vita MARCEL BRION La Vie Attilizador prolifera en la floración de ula Librairie Gallimard na etapa nueva. He aquí, como el e Paris, 1928.
lemento asiático es indispensable a la vida, al devenir Occidental. Por eso La vida europeano cabe dudarlo vemos también, cómo el rasgo más carece de hombres de hombres for persistente de estos tiempos, sea el jadores de pueblos. plasmadores de que ha señalado con mano poderosa razas. En Europa todo está plasmado la personalidad más definida y orgay creado y, por consiguiente, huelgan nizadora: Lenin, un oriental, La las personalidades señeras. Los hegrandeza tradicional de los latinos ya rees resultan anacrónicos en esta no existe. Su ápice más culminante poca en que la democracia no está fué César y su institución más caen crisis, sino en que hace crisis. racterística, el Imperialismo. Esa máen ese estado de conciencia europea quina de manejo tan fácil que cualnada más tónico y energético que la quier advenedizo puede llevarla a expresencia de los héroes que ya no tremos imposibles.
exis. en. La fecunda escuela de Plutarco parece ser, en este momento, Entre los convidados de papel, tola refutación más categórica de la ma asiento, esta vez, junto a la mesa deshumanización del arte. La a de la imaginería heráldica, la figura bundante floración de biografías ilus legendaria y nómade de Atila. Este tres es, más bien, algo humano, de hecho significa nada menos que una masiado humano. aunque esos héroes reivindicación. Para los Padres de la que representaron el papel de Don Iglesia, para el cristianismo que reJuanes de la Historia, aparezcan co cién afirmaba su influencia temporal mo otros tantos convidados de papel. y espiritual en Occidente, Atila fué Si, como dice Waldo Frank, no hu una personalidad de condenación, la bo sino una cultura cuya matriz fué encarnación del espíritu rebelde de el Mediterráneo y cuyos confines fue Satanás. Posteriormente muchos negaron Judea, Roma, Grecia, Alejandría, ron su existencia; pero la Iglesia nelos héroes a que nos referimos están cesitaba de un vencido que le otorcomprendidos digámoslo así dentro gase prestigios de vencedora y comde lo oriental y occidental de las ra batiente, y de aquí que resultase una zas. Europa fué el crisol, el molde caricatura truculenta de esta persona donde se vació la fundición de mul lidad exótica. en verdad, todas las titud de pueblos; fué el campo don circunstancias contribuían a esa caride se derramó el caudal de savias y de caturización: su figura, sus costumdetritus múltiples, para que germina bres, su reinado sobre hordas un tanse y floreciese esa complicada arquitec to simiescas que se alimentaban con tura de la vida occidental, con sus re carne apenas recalentada por el sudor ligiones, su arte, su filosofía, su cien de sus caballos pequeños, lanudos y ácia, sus idiomas.
giles como flechas.
Cuando Europa, o sea el Occidente Pero en este momento de su reivin la latinidad, a fuerza de plasmar dicación, Atila no aparece, precisase, se petrifica en dogmas impertinen mente, como ese guerrero impetuoso y tes; cuando envejece y se cristaliza en arrollador que ha pintado la historia, instituciones reaccionarias, formalistas como ese salvaje flagelo de Dios y bizantinas. viene del Oriente una que pasaba dejando en la tierra una avalancha que con sus sacudidas vio huella de esterilidad. Atila le faltó,