Amauta 77 ¡Qué terror sobrecogió a las golondrinas cuando no encontraron su habitación!
Sus picos, buscándolo, recorrieron el semi círculo que representaba el emplazamiento de su nido.
Revolotearon ansiosamente.
Buscaron por todos los rincones de la celda sin encontrar nada.
Al día siguiente comenzaron otra vez a construír. otra vez los carceleros destruyeron el nido.
El preso, un albañil procedente de una aldea de Baviera, escribió entonces esta carta (era el 18 de mayo de 1924. Señor director de la fortaleza. Ruego al señor director que tenga la bondad de dejar su nido, construído con tantos esfuerzos y tantas dificultades, a las golondrinas pacientes y, además, útiles y laboriosas. Declaro que no me estorban en absoluto y que nada me estro pean. Puedo, además, observar que en varias cárceles hay nidos de gun londrinas y que está prohibido el destruírlos bajo penas severas. Le saluda respetuosamente, Rupper Ezlger, de Kutlbemoor.
El 21 de mayo, el director de la fortaleza respondíale laconicamente. Que las golondrinas construyan su nido en la cuadra. Hay allí sitio suficiente.
El nuevo nido, que entre tanto había comenzado a redondearse, fué víctima de la sentencia y se cerró la celda, conduciéndose al preso a una celda oriental hacia el Norte.
Desamparadas, desconcertadas las golondrinas comenzaron a construir simultáneamente tres nidos en tres celdas.
Estaban ya casi terminados cuando los carceleros los descubrieron y se produjo el acontecimiento atroz.
En seis celdas a la vez, la pareja se puso a construir. Quién es capaz de saber bajo qué impulso obraban aquellos pájaros?
Quizás les incitaba la esperanza de que los hombres darían pruebas de un poco de inteligencia y de bondad y les dejarían un nido!
Los seis nidos fueron arrancados.
Ignoro el número de construcciones y destrucciones que tuvieron lugar aun.
Hacía ya seis semanas que la lucha duraba, lucha heroica y gloriosa de los defensores del derecho bávaro contra el espíritu de rebelión animal.
Unos días más y las golondrinas suspendieron la construcción.
Habían renunciado.
Luego se dijo en voz baja entre los presos. En los lavabos, en las cañerías de desagüe, los pájaros han encontra do un sitio donde nadie les puede descubrir; ni la mirada inquisitorial del carcelero que, de fuera, palpa los barrotes, ni los ojos espías del que, de dentro, husmea a la caza de lo prohibido.
Nunca un gozo más puro halló asilo en el corredor de las celdas. Las golondrinas habían vencido en su lucha contra la maldad humana!
Cada preso sentía haber triunfado con ellas.
Pero los guardianes vigilaban.