50 Amauta y esto generalizado a todas las actividades del organismo, pero en menor cuantía. Hay otras potencialidades de mayor magnitud. aunque no haya razón para considerrls más excelsas que son las genéricas, como las de una cultura (que degenera en civilización) o las de una especie (que también puede agotarse. detrás de estas otra mayor aún, extensiva al conjunto vital.
Romain Rolland tuvo la intuición de una verdad tan grande, y observó que las actividades creativas propiamente tales dominan tan solo la juventud del genio; después no hay sino repetición de las normas adquiridas a sus propias expensas. así queda el artista dentro las formas de su propio estilo como todo organismo cuyo crecimiento (fase de creatividad) ha terminado queda físicamente dentro de su estructura. La actividad de la madurez artística es más bien estructura. era de suponer que lo artístico así como en los otros factores estuviera también sometido a esta forma de la vitalidad.
Cierto es que en muchos casos vuelve el artista a la verdadera creatividad en la mitad de la vida y torna a otro estilo. Pero esto, aparte de que no superabunda, no se opone al principio, porque un análisis minucioso determinaría su causalidad.
EL SUPRARREALISMO Esta concepción dualista de la vida anímica no sería plausible si no se viera sustentada por hechos positivos. La rigurosa repartición de la énergía psíquica en los sistemas ideal y pragmático se deja muy claro entrever en algunas observaciones psicoanalíticas, principalmente en el campo de la psicopatología; si bien el hecho en sí no es considerado como patológico. Cada vez que por cualquier motivo las corrientes psíquicas no pudieran desarrollarse por sus rutas normales (utilitarias en sentido biológico. cada vez que se vieran impelidas a retirarse de ellas, habría la posibilidad de ponerlas al servicio de la actividad opuesta, la no utilitaria. El tercer desenlace a que puede llegar una disposición anormal, dice Freud. se hace posible por el proceso de la sublimación, en el cual es proporcionada una derivación y una utilización, en campos distintos, a las excitaciones de energía excesiva procedentes de las diversas fuentes de la sexualidad, de manera que de la peligrosa disposición surge una elevación de la capacidad de rendimiento psíquico.
Pero este concepto tiene una aplicación tan amplia que no es sólo aplicable a las desviaciones individuales sino aún para toda la humanidad históricamente considerada dé tal desviación de las fuerzas instintivas sexuales y sy dirección hacia nuevos fines se adquieren poderosos componentes para todas las funciones culturales.
La concepción freudiana es muy clara y, lo que es más importante, está apoyada en un gran número de hechos. No es posible descender en este análisis el del proceso de la sublimación, lo cual nos llevaría muy lejos; basta saber que siempre que la sexualidad (u otras fuerzas componentes del psiquismo pragmático) sufre una obstaculización, ellas buscarán otras manifestaciones subtitutrices del bien perdido (fantasía, misticismo, arte, ciencia, etc. y, en forma más generalizada, es siempre la fantasía el lenitivo de las privaciones. El dominio intermedio de la fantasía goza del favor general de la humanidad, y todos aquellos que sufren una cualquiera privación acuden a buscar en ella compensación y consuelo. Pero Freud introduce aún un nuevo