42 Amauta sas de exprofeso vitales, y que fuera del circuito de la vida casi no juegan ningún rol en el orden de la naturaleza.
La intima naturaleza de la materia y del espíritu son realidades en absoluto ignoradas; por ello no es lógico inquirir sobre su antagonismo puesto que no sabemos si son aquello que nos imaginamos, o si acaso vienen del mismo agente con una distinta actualización, o si en realidad son tan palmariamente diferentes como los creemos. Pensar contrariamente es levantar doctrinas a muy dudosas posibilidades que solo deseos subconscientes mal reprimidos han podido revalidar continuamente a la evolución científica; y de allí que las alternativas entre los vitalistas y los materialistas en la historia de la Biología sólo verifican un interesante fenómeno cuya interpretación es propia de una minuciosa investigación psicoanalítica. El secreto se encierra con tanta cautela como la integra verdad del universo, y será preciso, al menos hoy por hoy, renunciar totalmente a su conocimiento planteando el problema en forma más modesta. Por ello hacemos el análisis de los factores psíquicos en lo que tienen de relación estrecha con el resto de los fenómenos biológicos, y como vamos a verlo, no hay en puridad una naturaleza diferente entre lo psíquico y lo orgánico; si un dualismo tal se estableció continuamente fué porque. aparte de la causalidad ya anotada solo se apreciaba en lo orgánico aquellas propiedades que pudieron ser incluídas en la categoría de los sistemas estables (física y química. y porque, opuestamente, no se valorizó en lo psíquico aquello que tiene de estable, ni se comparó a sus componentes inestables (los creativos) a los correspondientes orgánicos.
Pero la realidad es muy otra. No hay fenómeno vital que no en cierre un componente que se escape a la ley físico química, y así como tampoco hay alguno que deje de contenerla.
Hemos de advertir que al hablar de fenómenos físico químicos no queremos con ello significar toda la posibilidad de la materia. Si fuera así habríamos incurrido en el error que tratamos de apartar, es decir, el duolismo biológico. En realidad, físico química no es sino un sistema de hechos que no encierran toda la capacidad del mundo material, así como la fisiología no encierra aquella del mundo vital. Por eso debemos abstenernos de hacer oposición entre una y otro, porque verdaderamente no sabemos en dónde comienzan ni a dónde irán a terminar; y porque de otra parte están tan íntimamente ligados, que tampoco sabemos si son diferentes tan ciertamente como sabemos que no se pueden separar.
Veamos primero cómo los sistemas orgánicos están siempre dotados de ambas realidades: la estable o físico química, la inestable o creativa. La primera se sintetiza en las estructuras; la segunda en focos determinados, sin arquitectura aparente y en estado meramente potencial. La energía contenida en esta última se está actualizando diariamente, y su actualización entraña la producción de una estructura: pero tan pronto como es conseguida, el sistema potencial deja de serlo para tornarse en sistema estable o estructural.
Es así como se realiza la vida de los animales y las plantas. En estas últimas los sistemas potenciales están limitados al meristemo o tejido embrionario; cuando sus células se multiplican avanzarán tanto más hacia el sistema estable cuanto mayor sea su diferenciación estructura. La duración de éstas es muy escasa; en la mayoría de las plantas deben cada año reemplazarse en forma total, y si algunas persisten será tan solo como tejidos muertos. El vegetal se está creando en