Amauta 39 Tres países colombinos. Canadá, Estados Unidos, Uruguay poséen población predominantemente europea, con casi nulos vínculos telúricos. Son pueblos de cultura occidental y en éllos sería epidérmico el americanismo autoctonista. Carecen de raíces profundas y no los alimenta la savia de viejas culturas de este lado del Atlántico.
La República Argentina representa un dualismo insalvable. Mientras que las provincias están influídas por keswas y waranies, las ciudades y sobre todo la cosmopolita Buenos Aires ofrécen un fuerte porcentaje de inmigrantes europeos. Los hombres sensatos de la intelectualidad platense aconsejan la franca incorporación de Argentina al mundo civilizado. contra la romántica propaganda de los artistas enamorados del gaucho y del coya. del paisaje cordillerano y de las cosas de Perú Bolivia. Ayer Lugones proponía el ejemplo griego, hoy presenta el modelo de Yanguilandia. Manuel Gálvez proclama el culto de la civilización cristiana greco latina. Otras figuras menores ridi culizan el americanismo barbarizante y ratifican su sometimiento absoluto a lo europeo.
Ricardo Rojas se sitúa en posición equidistante en el justo medio y sueña en el águila bicéfala de su Eurindia. Europa y las Indias. Argentina no puede ser clasificada en un solo grupo; sobre todo el norte y gran parte del oeste, toda la montaña, quedarían incluídos en el sector caracterizado por lo peruano boliviano.
Méjico con nuestro país se hallan a la cabeza de los países de cultura autóctona americana y con predominante población amerindia. Como satélites de estos astros principales aparecen las demás naciones sostenidas o dependientes en la edad precolombina de Inkas y Aztecas.
Centroamérica, Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia pertenecen a uno u otro sistema planetario. Brasil con Paraguay, las Guayanas y, quién sabe parte de Venezuela forman otro mundo. Se interfieren corrientes diversas. La antiquísima raza arawak parece que forma el primer sustentáculo. La nación tupi warani aparece enseguida. La conquista lusitana y el aporte guineo determinan después la personalidad de Brasil. El negro vincula al enorme territorio lusoamericano con el archipiélago caribe.
América, en su colosal extensión, presenta las mayores variedades físicas y raciales. Pero, así como la cordillera que corre de sur a norte, da unidad porque sirve de columna y de eje, del mismo modo entre los hombres de pensamiento, entre las juventudes, hay un anhelo común: crear la Cultura Americana. Solo que cada gran sector propone un arquetipo. Los yanquis llevan a sus últimos extremos, a su provecta complicación, el modelo occidental. El imperialismo capitalista es el módulo norteamericano.
México, con el advenimiento al poder de la raza india, ofrece el espectáculo de la resurrección azteca. Un nuevo ciclo de cultura autóctona se avecina, lo indio anímase en todas las actividades del pueblo prócer.
Perú, cuyo paralelismo con México es sorprendente, tomará por idéntico camino, pese a los europeizantes de minoría que viven frente al mar y de espaldas a la cordillera, donde se incuba el mundo procreado por indios y neoindios. Argentina con su ideal eurindico no podrá resolver la antitesis sino por la invasión europea que impondrá su sello.
En la pampa se dará la batalla de las influencias: italianos, francese