38 Amauta HAY VARIAS AMERICAS, por Luis Valcárcel.
con se 10 solo son diferenciables geográficamente las tierras que tropezó Colón al empeñarse en buscar un camino más corto a las Indias orientales. Norte, centro y sud americanos designan tres zonas, pero no fijan linderos a los distinlos grupos de naciones que integran el continente.
Norteamericanos son los canadienses, los yanquis y los mejicanos, y casi nada hay de común entre ellos. En cambio, los hombres del trópico ecuatorial o guatemalteco o antillano se parecen tanto que confunden. Mayores discrepancias existen entre los indios de Perú.
Bolivia y los criollos de Argentina media y austral.
Para introducir clasificaciones cómodas se han propuesto múltiples etiquetas: América anglosajona, inglesa o sazoamericanos para Estados Unidos y Canada; América española, Iberoamérica, Hispanoamérica o Latinoamérica para los demás pueblos descubiertos y colonizados en el siglo XVI por gentes de la península ultrapirenaica.
Quienes contemplaban la realidad más allá de los idiomas civilizados. más profundamente que sobre la piel de los distintos productos raciales que pueblan las pequeñas y grandes urbes, encontraron que no podía llamarse ni hispano ni latinoamericano a un regnícola de Yucatán, de las sierras del Perú, de los bajíos del Brasíl, de las selvas de Colombia, de las mesetas de Bolivia Argentina o de los páramos de Patagonia. esa gran porción de autóctonos. más de treinta millones. se les rotuló América India, Indoamérica o Amerindia.
Todavía quedaban fuera de los casilleros algunos millones de negros y negroides, con su espectroscopía complicada. El libro de Araquistain reveló recientemente la africanización de las Antillas. qué decir del quince por ciento de gentes de color chillu de los Estados Unidos? Se puede, pues, fijar la silueta de una Afroamérica o América negra.
Por último, la inmigración asiática es otro factor nada despreciable en el proceso social americano que arroja un color más al arco íris étnico. Son muchos millares de chinos y japoneses los injertados al organismo colombino, sobre todo en ciertos países como el Perú, en cuya pintoresca sede capitolina los ojos rasgados reemplazan a los de la limeña de las tradiciones de Ricardo Palma. Ya el autor de los Intereses Creados observó muy sutilmente que algo de lo más típico que podía ofrecer la capital del Perú era el China Town. si en países que reciben, pero que han restringido el aporte mongólico, la prolificidad de los inmigrantes ha sido endogámica, no puede decirse lo mismo en la costa peruana. La sierra, si, es impermeable a la mongolización.
Se puede hablar de una América asiática, puesto que existe un mestizaje cada vez más extendido.
Por la simple enumeración llegamos a la verdad proclamada alegre, triunfalmente por Vasconcelos: América es el hogar de la Raza Cósmica. Sin discutir por el momento la muy discutible tesis del ilustre pensador aztéca, vamos a circunscribir nuestro examen a la nomenclatura de los grupos nacionales y étnicos en que se fracciona Nuestra América, para explicar después el por qué de nuestras incomprensiones dentro del común anhelo de unificación americana.