58 Amauta IV.
APRECIACIONES CRITICAS una El valor histórico de la obra política del bolchevismo El sistema político establecido en Rusia debe juzgarse desde dos puntos de vista diferentes: el de su valor histórico y el de su valor doctrinario y universal.
Desde el primer punto de vista, los hechos permiten afirmar que el bolchevismo, lejos de ser causante del caos y la ruina de Rusia, ha salvado a su pueblo de mayores desastres. Recordemos brevemente su labor reconstructiva.
La situación en que el bolchevismo asumió el poder fué desesperante. La describe muy bien el gran escritor inglés Wells. El zarismo había despilfarrado la tierra, perdido el control de su ejército y la confianza de todo su pueblo. Su sistema de policía había degenerado en un régimen de violencia y bandidaje. Cayó inevitablemente, y no había gobierno preparado para sucederle. Durante generaciones las principales energías del zarismo se habían dirigido a destruir toda posibilidad de cambio de gobierno. Se había mantenido sobre esa base. Malo como era, no había otro que pudiera reemplazarlo. La primera revolución, por consiguiente, convirtió a Rusia en una asamblea de tumultuosos debates y en una confusa masa política. Las fuerzas liberales del país, no acostumbradas a la acción o la responsabilidad, se dedicaron a clamorosas discusiones sobre si Rusia debía ser una monarquia constitucional, república liberal, una república socialista u otra cosa. De un extremo a otro de Rusia y en las poblaciones de habla rusa de todo el mundo sólo había un grupo de hombres que tenía ciertas ideas generales para elaborar un programa común y una voluntad común: era el Partido Comunista. Mientras que el resto de Rusia estaba entregado ya sea a la apatía, como los campesinos, ya a estériles discusiones, o a la violencia y el miedo, los comunistas tenían una fé y estaban preparados para actuar en servicio de ella. Eran sólo una pequeña parte de la población rusa; pero como su partido fué en esos terribles días la única organización que guiaba a los hombres hacia una acción común y los sostenía con una programa de confianza mutua, pudo adueñarse del poder y retener el control del arruinado imperio (6. Una vez en el poder, el partido comunista se encontró frente los más terribles problemas. Para comprender la magnitud de ellos, hay que recordar que gobernaba un pueblo de ciento treinta millones de habitantes, diseminados en un territorio enorme, acosados por el hambre y el frío invernal, desilusionados por las penalidades de una guerra de tres años, desmoralizados por el fracaso de todas las autoridades y todos los principios que hasta entonces habían mantenido el orden. El gobierno soviético hubo de desplegar excepcional energía y capacidad organizadora para salir del caos de venganza, desórdenes y arbitrariedad de los primeros meses de la Revolución. mediados de 1918 ese propósito estaba en gran parte realizado y se había obtenido la concentración del poder público en los órdenes militar, político y económico. Vino entonces la guerra civil; el esfuerzo para contrarrestar los ataques reaccionarios de aventureros sin principios ni prestigio como Denikin, Kolchak y Wrangel, apoyados por los gobiernos aliados; la formación del ejército rojo y el régimen de terror para mantener la obediencia y el orden. Al mismo tiempo, en el cama