raAmauta 31 Y, después de la lógica a ultranza del purismo, nació la intuición a ultranza del superrealismo.
El superrealismo lo supedita todo al instinto y a la vida interior.
El modelo interior es lo único que cuenta para el superrealismo. Los paisajes interiores más recónditos son insistentemente explorados por los adeptos de este movimiento y los dictados de la intuición son aprovechados por ellos sin permitir la menor intervención de la zón, el menor control de la inteligencia.
He aquí, pues, purismo y superrealismo frente a frente. Los dos extremos. Los dos polos opuestos. Dos exageraciones. Pecando ambas por exceso. Una fusión de ambas tendencias, fragmentarias e insuficientes, se imponía, ya que el purismo, para prosperar, necesita una fuerte inyección de superrealismo, y éste, para triunfar, necesita engullir una fuerte dosis de purismo. La realización de esa fusión, de ese equilibrio, el Destino le reservaba una vez más al maravilloso Pablo Picasso, quien parece haber sido llamado modernamente a iniciar todas las grandes empresas pictóricas, a convertirse en árbitro de todas las situaciones. nacieron las obras más recientes del genial andaluz.
Esas telas son una dosificación de los hallazgos de la razón y de los hallazgos del instinto, y se encuentran tan alejados del purismo cerebral como del superrealismo instintivo. las antípodas, tanto de un polo como de otro, son, no obstante, su sabia fusión.
Plásticas y poéticas a un tiempo, esas obras parecen ser la lógica resulta de las investigaciones emprendidas en el campo pictórico de unos cuantos años acá, y su influencia sobre las juventudes artísticas actuales es decisiva.
Un crítico dijo que, del mismo modo que Picasso había partido de la constatación de un nuevo aspecto de la obra de Cezame, los recién llegados partirían de la constatación de un nuevo aspecto de la obra de Picasso. así ha sucedido efectivamente. La voz de Picasso ha sido escuchada. Su grito, recogido, Su ejemplo, seguido. Un nuevo estado de espíritu se anuncia, que los jóvenes se encargan de proclamar. He hablado varias veces de los dos procedimientos que han servido generalmente a los pintores para edificar sus obras: arrancar de la realidad para llegar al cuadro, en un caso; arrancar del cuadro para llegar a la realidad, en otro.
Los jóvenes pintores actuales, como los puristas, parten del hecho plástico puro, del cuadro equilibrio de formas y colores abstractos, huérfanos de representación. Como los puristas, ellos construyen su cuadro de antemano. Opuestos, sin embargo, a aquellos pintores, los de hoy no logran ese equilibrio matemáticamente, podríamos decir, sino que lo consiguen instintivamente. Los pintores actuales, conocedores del callejón sin salida a donde conducen generalmente los cerebralismos en arte, conceden una importancia capital a los instintos. Su plástica es instintiva, no razonada. Los tiempos de las rígidas construcciones intelectuales han pasado ya. La época de los andamiajes plásticos cerebrales ha sido definitivamente cerrada.
Los jóvenes pintores de hoy logran los mismos resultados pictóricos de sus predecesores, pero por caminos opuestos.
Esa abstracción pictórica que sirve de punto de arranque a las obras de ahora, sin embargo, no es lo esencial de la obra plástica.