Amauta 25 La evasión es siempre signo evidente de vencimiento y de impotencia.
Los pensadores como Ortega y Gasset buscan consolarse, sin saberlo ni proponérselo, con la teoría de la deshumanización, consuelo monstruoso que nos lleva directamente a la negación del arte mismo y de la vida El arte, que es la expresión más alta del hombre, no puede nunca deshumanizarse porque no puede jamás salirse del hombre sin hacerse trizas. El arte, al contrario, tiende, cada día, a humanizarse más, aguzando, afinando sus instrumentos expresivos, dilatando su panorama consciente, sensibilizando sus antenas de captación. Todo el proceso del arte contemporáneo es, precisamente, una super agudización, hiperestesiamiento del hombre para captar, para humanizar parcelas de realidad que antes quedaban por sobre o por debajo de la conciencia.
El arte de hoy, el arte que deviene no es una evasión, como cree Ortega, es, al contrario, un entrañamiento más acendrado y profundo. Todo el poder dialéctico del maestro español, toda su elegancia verbal y toda la sugestión de su fuerza expresiva son impotentes para ahogar esta evidencia que se adelanta, imperativamente, hacia nosotros, cada minuto, a cada instante de la historia contemporánea.
RACIONALISMO, REVOLUCION un a Con este mismo epígrafe publiqué en Amauta en el mes de febrero del año pasado un artículo que era, cabalmente, una impugnación a la teoría de El ocaso de las revoluciones del ilustre pensador que nos visita. Voy a trascribir, reasumiendo, mis puntos de vista esenciales de entonces que lo son, también, los de ahora.
Crear pensamiento, es decir, crear cultura, no es construír ociosos sistemas sutiles, desplazados de toda palpitación cósmica, sino descubrir categorías inéditas que nos revelan la esencia de las cosas, de los seres y de los sucesos; colonizar, como diría Eugenio Ors, para el conocimiento zonas inexploradas de sabiduría en estado de res nullius.
No es la razón pura y deshumanizada que se alza como conductora de la vida; es la realidad fluyente categorizada que busca razones nuevas para expresar y plasmarse como superación vital.
Creo que la docencia académica y universitaria nos ha dado un Sócrates falsificado y subvertido. El héroe de la cicuta no murió racionalizando la vida, sino vitalizando la razón, que es radicalmente distinto. El hombre que cercano ya de la muerte se ocupa de aprender en la flauta una melodía nueva para morir sabiéndola, no pueda ser el esclavo de la razón sino su soberano.
La razón pura nos lleva a la utopía o, lo que es lo mismo, a la esterilidad y a la locura. La razón vitalizada, que tiene sus raíces en la fluencia de la realidad, nos lleva a la fé, es decir, a la heroicidad porque conforta nuestra esperanza.
La razón pura florece bien en el manicomio porque el loco está desprendido de toda realidad vital, porque su cerebro no reacciona so bre la objetividad ambiente, porque su razón es la máxima agravación de una subjetividad cerrada, impermeable a todo estímulo objetivo.
Conviene, por higiene mental, llegar a esta distinción con toda claridad posible.
Hay una cierta voluptuosidad del pensamiento por el pensamiento mismo que no le importa gran cosa la verdad y, por tanto, la sabi