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Amauta 15 QUELLAS faces del proceso económico Marx no previó. y hay que desistir de consultar como si fueran las memorias de una pitonisa, los nutridos volúmenes de crítica y teoría en que expuso su método de interpretaciónno afectan mínimamente los fundamentos de la economía marxista, exactamente como los hechos mucho más graves y profundos que han rectificado en el último siglo la práctica del capitalismo, forzándolo a preferir segun los casos el proteccionismo al libre cambio y el intervencionismo a la libre concurrencia, no destruyen los fundamentos de la economía liberal, en cuanto bases teóricas del orden capitalista. Hoy mismo, en plena época de estadización mundial de servicios y empresas, el líder del Partido Republicano y presidente electo de los Estados Unidos, reinvidica estos principios individualistas como esenciales a la prosperidad y el desarrollo de esa nación, considerando un ataque a la más vital fuerza de la economía yangui la tendencia del partido antagónico a hipertrofiar al Estado con funciones de empresario. Por mucho que el régimen republicano mantenga al Estado yanqui en su línea clásica, reservando los negocios y la producción a las empresas privadas, la política de los trusts, la práctica del monopolio, representan por sí solas la derogación de los viejos principios a los cuales se reclama Hoover con tanto vigor. Pero, sin estos principios, que en último análisis se reducen al principio de propiedad privada, el capitalismo no tendría nada que oponer ideológicamente al socialismo.
Aunque los hechos restrinjan y, en ciertos casos anulen su vigencia, como corresponde al proceso de una economía que ha cumplido su misión, esos principios, que constituyen la sustancia de la economía liberal, son irrenunciables por ésta, y, en consecuencia, por sus esta distas o políticos.
Esta constatación se emparenta estrechamente con la que, fallando en el proceso intentado a la economía marxista por su abstracciónpor su racionalismo diría ahora Henri de Man sirvió a eminentes filósofos e historiógrafos de diversos campos, preocupados ante todo de una rigurosa objetividad científica, para demostrar la improcedencia y nulidad de ese cargo por parte de los profesores de economía política liberal, en razón de que esta misma tampoco correspondía exactamente a la realidad histórica regida por sus principios. La economía política liberal observaba Sorel ha sido uno de los mejores ejemplos de utopías que se pueda citar. Se había imaginado una sociedad en que todo estaría reducido a tipos comerciales, bajo la ley de la más completa libre concurrencia; se reconoce hoy que esta sociedad ideal sería tan difícil de realizar como la de Platon; pero grandes ministros modernos han debido su gloria a los esfuerzos que han hecho para introducir algo de esta libertad comercial en la legislación industrial. Croce a su vez no se explicaba a qué título los economistas liberales podían tachar de utopía al socialismo, siendo evidente que con mucha mayor razón los socialistas podrían devolver la misma tacha al liberalismo si lo estudiasen tal cual es presentemente y no cual era hace años, cuando Marx meditaba su crítica. El liberismo se dirige con sus exhortaciones a un ente que, por lo menos ahora, no existe, al interés nacional o general de la Sociedad; porque la sociedad presente está dividida en grupos antagonistas y conoce el interés de cada uno de estos grupos más nó, o solo muy débilmente, un interés general. Materialismo Storico ed Economía Marxística. 96)