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10 Amauta más se encuentran dispersos en el interior, en los cuarteles y en los ferrocarriles, desocupados y descontentos. En tanto que los campos se despueblan, los centros urbanos se dilatan violentamente porque el aislamiento del bloqueo obliga a Rusia a crearse una nueva gran industria de guerra. Esas aglomeraciones inesperadas desorganizan la industria; el alcoholismo se extiende en forma alarmante; para reprimirlo, la policía prohibe, sin tino, la venta de bebidas alcohólicas, medida que produce un movimiento general de rebeldía.
Entre tanto, la gran industria y la alta banca, protegidas por la burocracia interesada en sus negocios, obtienen enormes ganancias. La campaña militar se convierte en una asociación privada de intereses entre el capital y los jefes militares. Los contratos para los aprovisionamientos de guerra sirven de base a grandes negocios y combinaciones.
La hostilidad de la campiña contra toda autoridad se intensifica cuando el gobierno fija los precios de los productos y de las rentas agrícolas mientras deja libre el precio de los productos industriales que el agricultor necesita. La burocracia, absorbida por sus combinaciones egoístas, intenta aún bastarse con policías y sistemas militares de represión; pero pronto se revela su impotencia. En las aldeas se escuchan sólo palabras de cansancio y de protesta contra la guerra, que nadie comprende ni defiende.
Así, antes aun de que su ejército mal armado eor dirigido se replegase sobre el frente ante el empuje de los alemanes, el país fenecía.
Todas sus crisis, dice Gayda, la de la campiña, la de la ciudad, la del gobierno, la de los espíritus, la enfermedad profunda y corrosiva del viejo régimen, se habían agudizado, fundiéndose en una sola crisis nacional de convulsiones y de consunción.
El Zar Nicolás II, el último Emperador de Rusia, carecía de autoridad y energía para imponerse; era simple, tímido, sin ideas, sin voluntad, presto a someterse a las sugestiones de los demás. La Emperatriz tomaba parte activa en la política y llegaba hasta expedir órdenes sin dar cuenta de ellas ni a los ministros ni al propio Zar. Detrás de la Emperatriz estaba un grupo de gente misteriosa, de intrigantes reaccionarios, cuyo emisario más influyente era el monje Rasputin. los tres años, la guerra había terminado en el corazón y en el ánimo de los soldados rusos. Los refuerzos de retaguardia se pierden en el camino o se rebelan antes de combatir. El ejército se desbanda. El descontento y el malestar nivelan y funden al pueblo en las más variadas capas sociales, uniéndolas en la lucha contra la autoridad. La propaganda revolucionaria agita subterránemente los barrios obreros y llega hasta la campiña. Lenin y Zinoviev publican en Suiza el Social Demokrat. combatiendo la guerra y predicando la revolución; según ellos la guerra es de imperialismos, y es deber de los revolucionarios transformarla en lucha por la emancipación del proletariado.
Un terrible agotamiento económico invade el país como resultado de la guerra. El hambre incita al desorden en los barrios obreros y cunden las huelgas, especialmente en Petrogrado. La autoridad extrema sus medidas de represión; pero los cosacos se niegan a disparar contra los manifestantes. Rasputín es asesinado en una reunión aristocrática. El Gobierno ordena la disolución de la Duma; pero ésta, consciente ya de su fuerza frente al zarismo moribundo, se niega a obedecer y se proclama como la única autoridad constitucional del