José Carlos Mariátegui

104 Amauta te no será, a la larga, más que una estación de sa itinerario de viajero y de artista.
José Carlos MARIATEGUI.
o en CRONICA DE REVISTAS MONDE carece de verdadera tensión. Lo que vive con energia, con voluntad, con pasión, eg Madrid, esta estación de su viaje, en que su chilenismo se desvanece un poco, quizá para siempre.
El chileno es un pretexto para mostrarnos Madrid en contraste roce con una sensibilidad americana.
Carmen, doña Paca, la Angustias, Mandojano, el Curriquiqui tienen en la novela una presencia más resuelta, más rotunda, en todo instante, que Pedro Wallace, el chileno hispanizado, y que Julio Assensi, el español chilenizado.
Estos personajes están absolutamente logrados: han encontrado a su autor. Que ha ido a descubrirlos desde SudAmérica. Pedro trata de reanudar su vida. Hay en su existencia una ruptura, un desgarramiento que le impiden gozar ampliamente su actualidad.
Entre su presente y su alma, se interpone una nostalgia que amortigua su choques con las cosas y frustra su posesión del mundo. Pedro va a Madrid a la recherche du temps perdu Una mujer española, femenina, domés tica, maternal, y un hijo. su pasado, su juventud son el centro de gravitación de su alma. Mientras no regrese a ellos, no recobrará su equilibrio. Chileno puro, pasa por la novela con un aire de deracine. Lo aqueja un vago nomadismo. Por esto, se adhiere ávidamente a un Madrid castizo, antiguo, tradicional, sedentario.
La nota más acendrada de la novela es una amorosa reivindicación de este Madrid. esto delata de nuevo el sedimento romántico de Edwards Bello. Ningún español habría sentido acaso, con tanta ternura, lo castizo madrileño. El español por tradicionalista que sea, no puede consentirse los mismos placeres caros, dulces, filiales, que un turista sudamericano, sentimental, artista, con dinero.
Dirigido por Barbusse, prestigiado por las firmas de Barbusse, Gorky, Lunacharsky, Upton Sinclair, etc. acoge además en sus columnas a la humanidad. Recibe en ellas sus dolores sociales para presentarlos a la mirada mundial clamando por un remedio.
Monde imprime la marcha hacia los nuevos derroteros de la comprensión humana. Sus páginas son campos de batalla, mensajes y voces de grandes distancias, del Africa negra, de la cobriza Sudamérica, del Asia amarilla.
Proyectiles nutridos inacabables, certeros, minan log imperialismos y los abusos. Sus columnas son canales por donde corren las denuncias santas, hacen luz las reclamaciones, se oye nítido lo más lejano porque todas las razas tienen derecho a levantar la voz Monde. Monde es el auscultador de la conciencia de los de abajo. porque el espíritu místico de Barbusse ha hecho de Monde una religión en la igualdad de las clases y de las razas.
Las letras que corren por las páginas de Monde. tienen vida y amor, van hacia la acción con tanta eficacia como una ametralladora, carcomen, destruyen, socavan, son las armas de los de abajo. son la conciencia de los de abajo. Monde en una palabra, un mundo que admite todas las manifestaciones de la humanidad, pero siempre que sean de un carácter y de un espíritu sociales.
en es Pero, artística, estéticamente, en el caso de Edwards Bello, este sentimien to no deja sino ganancia: una bella Rovela. Una novela que, por otra parCarmen SACCO.
París, octubre 1928.