103 Amauta Guy Charles Cros puede como Heine, como Verlaine, como Baudelaire, como el nostálgico y delicioso Laforgue ser un poeta de nuestra intimidad y de nuestra predileceión. Algudos de sus poemas son tan hermoisos como la Invitación al viaje.
JOAQUIN EDWARDS BELLO El Chileno en Madrid El Roto Editorial Nascimento Santiago 1928.
arno a Joaquín Edwards Bello confirma con su obra la tendencia de la literatura chilena a lograr su madurez en la novela, en el relato. La lírica, en prosa, y verso predomina excesivamente en la mayor parte de las literaturas sudamericanas, Chile tiene poetas que influyen diversa y acentuadamente en el espíritu hispano americano: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Vicente Huidobro. Pero la fruta de estación de su literatura es, más bien, la novela. Con la novela entra una literatura en su edad adulta. El Roto. novela de la cual nos ha dado una edición definitiva completamente revisada la Editorial Nascimento. acusaba ya, en 1920, a un vigoroso novelista. El asunto revelaba su honrada simpatía por lo popular, su robusta vocación de biógrafo de tipos sociales, su violenta liberación de decadentes supersticiones anti plebeyas. En su sondaje de los bajos fondos de la vida social chilena, no lo asustaba lo más animal y soterraño. El Roto es un análisis del denso limo del suburbio. Se trata anuncia Edwards Bello en un breve prefacio. de la vida del prostíbulo chileno, que tuvo un sentido social profundo, por la constancia con que influyó en el pueblo y por el carácter aferradamente nacional de sus compo Bentes. En pocas parte de Ibero América tuvo el pueblo una manifestación tan personal. La vida alegre chilena extravasó triunfalmente a Bolivia, Perú y otros países del Continente. Pueril sería hacer ascos a este fenómeno de vitalidad. Ahora que se cerraron los salones donde las asiladas sonreían ceremoniosamente; ahora que se apagaron esas cuecas tambor readas, esto libro adquiere un valor especial de documento. Es una reconstitución apasionada de vida popular que se extingue. Los personajes están fuertemente abocetados. Clorinda, Es.
meraldo, son criaturas específicas del arrabal, a las que el novelista se ha acercado con curiosidad y ternura sagaces y alertas sus pupilas de tista, de creador. Pero la obra está plenamente realizada. Tiene, ratos, fallas, fisuras, por las cuales se suelen entrometer tópicos de artículo de fondo. La intención del autor se hace a veces ostensible, por medios que no son extrictamente los de la expresión artística.
Al dominio diestro, fácil, seguro, de estos medios no llega Edwards Bello sino en el Cap Polonio. novela corta, de trama turística, de atmósfera móvil y transatlántica. Edwards Bello es, en el Cap Polonio. por la sensibilidad viajera y la estereoscopia cosmopolita, un Paul Morand sudame.
ricano; pero un Paul Morand matinal, sin delicuescencia, de savia araucana, con el brio de una juventud todavía fresca y aventurera, en el fondo romántica. El color de sus descripciones, el tono de sus personajes, es estival y mediterráneo, con cierta alegría marinera, de playa, antípoda de esa emoción de acuarium mórbida, chinesca, de las noches. La Paradita tiene un poco de la vivacidad vital de la Bien Plantada. Se diferencia de la Bien Plantada, porque ignoramos sus raíces. El autor nos lą presenta, pasajera del Cap. Polonio. separada de su naturaleza, ausente de su contorno. En encuentro hay ese elemento de imprecisión, de contingencia, de fugacidad, que interviene en las impresiones del turista.
En El chileno en Madrid. novela de mayor aliento, reaparece la experiencia turística la actitud nómade de Edwards Bello. El chileno no es lo más vital de la novela. Su drama su