Amauta 85 se y fortuna poco agradables para él, son inimitables. En cuanto a la descripción de Alex Alexandrovich, el marido de Anna inspira en nosotros los mismos sentimientos y nos produce la misma sensación, que debió haber despertado en Anna. Las primeras partes de esta gran novela son las mejores, pues nunca he podido imaginarme cómo en las circunstancias que Tolstoi nos la pinta y muestra, pudo, Anna, haber cometido el suicidio. Es como si Tolstoi nos la hubiera descrito al principio con tanto colorido y solidez, que no podemos imaginar, ni creer, que al final no sea más bien el hombre el que la desprecie y arroje, en lugar de ser ella la que, de motu propio. se proponga desaparecer. Anna, en verdad, es un personaje de carácter ardiente, que late con gran vigor, con demasiada vitalidad, para desaparecer en forma como lo haee. El final impresiona como vonla. como si el creador hubiera vuelto contra su criatura. se forma uno la opinión, que Tolstoi inició este libro con las manos libres de una ilimitada simpatía y comprensión; pero, que durante los años que se sucedieron, antes de dar término a él, cam bió sútilmente su modo de contemplar la vida, terminando de facto. COmo un predicador que se había iniciado artista. Sin embargo, no es error poco común en los escritores equivocarse al juzgar la vitalidad de sus propias creaciones. Un ejemplo o ilustración del mismo defecto, lo tenemos en el suicidio de Paula, en The Second Mrs. Tanqueray. Las damas, con la clase de pasado de este personaje, tiene demasiada vitalidad para poner punto final ellas mismas, a su propia existencia, excepto cuando se trata de obras ceatrales o novelas. Con esta reserva, Anna Karenina. es un gran estudio del carácter ruso, y un estupendo cuadro de la misma sociedad, que se mantuvo en condición constante e igual, con variantes de menor importancia, hasta que llegó la guerra.
El método de Tolstoi en esta novela, como en todo su trabajo, es acumulativo el de infinidad de verdades, hechos y detalles descriptivos; lo contrario y opuesto al de Turvenev, quien se preocupaba de la selección y concentración, además de la atmósfera y balance poético. Tolstoi llena todos los espacios y deja muy poco a la imaginación, pero con tanto vigor, con tanta frescura, que todo es interesante. Su estilo, en el sentido estricto de la palabra, en ninguna forma es notable. Todo su trabajo lleva el sello de una mentalidad más preocupada con la cosa dicha que con la manera de decirla. Pero a las interminables definiciones, al respecto se puede agregar: Estilo es el poder y fuerza de un escritor para remover las barreras, cualquiera que ellas sean, o mejor dicho todas las que existen entre él y su lector, el triunfo del estilo es la creación de la intimidad. así, aunque esta definición deje a muchos fuera de concurso, consagra a Tolstoi como un estilista; pues ningún autor, cuando relata sus historias, produce una sensación más íntima de la vida, actual y real, que el escritor ruso. Lo cierto es que está libre de esa subconciencia literaria que tan a menudo malogra el trabajo de los escritores demasiado pulidos. Tolstoi se dejaba llevar por sus impulsos, ya fueran creadores o reformadores. Jamás se mantuvo en las orillas del arroyo, poniendo, firmemente, primero, un pie y, después, el otrom vicio éste, tan caro al arte moderno. Para tener vida y significado, el arte debe emanar de una persona POSEIDA por su tema. El resto del arte no es más que un ejercicio de técnica, que sirve de auxiliar a los artistas para traducir los más grandes impulsos muy pocas veces, cuando aciertan. Como el pintor, que pasa agonizante la mitad de su vida al pensar sobre lo que debía ser y la posición que debiera ocupar ya sea post impresionista, cubista, futurista, expresionista, dadaista, paul post dadaista (o lo que sean