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Barba, Gutarra y Fonken. Son recibidos con grandes aplausos prolongados largamente.
Gutarra asume la presidencia. Barba se hace nuevamente cargo de la secretaría. Esta jubilosa asamblea concluye a las de la tarde. tal hora, se inicia una manifestación de más de tres mil trabajadoLos obreros llevan un gran letrero que dice: Homenaje a los libertados.
Al llegar frente a La Razón los manifestantes hacen una magnífica ovación a este diario que había sido el único que dentro de un ambiente de conservadorismo y en instantes difíciles había defendido la causa del pueblo según palabras de Gutarra.
Nuestro querido pioneer José Carlos Mariátegui, aclamado por los manifestantes dice: que por segunda vez la visita del pueblo fortalecía los espíritus de los escritores de La Razón. que La Razón era un periódico del pueblo y para el pueblo; que sus escritores estaban al servicio de las causas nobles; que el calificativo de agitadores honraba a Barba y a Gutarra quienes poseían al mérito de haber sido los primeros en conmover la conciencia del pueblo y en descubrirle horizontes desconocidos y nuevos; y que La Razón, inspiraría siempre sus campañas en una alta ideología y un profundo amor a la justicia. Finalmente, Gutarra dijo que los obreros no debían retirarse del local de La Razón sin oir la palabra del modesto e inteligente compañero Fausto Posada que desde las columnas de la sección El Proletariado redactada por él, defiende esforzadamente los intereses de los trabajadores. Posada, ovacionado por los manifestantes, improvisó un breve discurso en que reiteró su resolución de trabajar infatigablemente en el campo del periodismo, al cual había sido llamado, en favor de la clase a que pertenecía (La Razón, Año No. 51, martes de julio de 1919. Se dirigen a la Plaza de Armas, dando vivas a las reinvindicaciones proletarias. Llamado por los manifestantes, que le tributaron prolongados aplausos, apareció en un balcon del Palacio de Gobierno, el señor don Augusto Leguía, presidente provisorio, acompañado del doctor Arturo Osores, ministro de justicia, del señor Mariano Cornejo, ministro de gobierno, y de sus edecanes. Barba dijo entonces que Gutarra iba a hablar como personero del pueblo. En medio de la expectación del pueblo, Gutarra se dirigió al presidente provisorio en un vibrante discurso que comenzó así. Ciudadano Leguía Manifestó Gutarra al señor Leguía que los obreros que lo saludaban en esos instantes, no eran leguiístas ni antileguristas. Qué eran tan solo obreros conscientes de sus derechos y de sus intereses de clase afiliados a la ideología de la Internacional, que los obreros no creían que porque había caído un tirano se había acabado la tiranía en el Perú. Que tres millones de indios sufrían la opresión de un gamonalismo despótico. Que el pueblo piensa que no solo es necesario la reforma política: que más necesario es aún la reforma económica social. El presidente provisorio señor Leguía contestó al discurso del obrero Gutarra. Dijo que estaba inspirado en las mas sinceras convicciones