StrikeWorkers Movement

64 Amauta En estos momentos, el número de detenidos en la Cárcel de Guadalupe es de doscientos. Los hay de doce, trece, quince, diez y siete años. En el Callao, los obreros apresado pasan de trescientos, remitidos a la Isla, bajo la custodia de los cañones del cazatorpedero Teniente Rodríguez.
La declaración del Comité, poniendo fin a la huelga, produce en los obreros un profundo desaliento. Hasta este momento han acompañado con entusiasmo sus resoluciones. La forma como el secretario general da fin a una jornada tan brillantemente transcurrida, que elevaba la moralidad de las masas, merece amargos reproches.
Los obreros se quejan de la suspensión del paro cuando aún no han sido puestos en libertad Barba, Gutarra y Fonken, sus mejores líderes. Los compañeros de Vitarte, al acatar los acuerdos del levantamiento del paro, insisten, particularmente, en permanecer en huelga hasta conseguir la libertad de cinco trabajadores apresados en ese valiente pueblecito textil.
La forma como es recibido por la clase proletaria en huelga; la resolución del comité, muestra en qué desgraciados términos ha sido concebido. En primer lugar, el encomendar a dos políticos burgueses la defensa de un pueblo que está demostrando en forma terminante que no quiere ninguna súplica a la clase enemiga y opresora. Esta designacion tiene que herir el sentimiento popular, sintiendose humillado al ver a sus personeros solicitando ayuda del adversario que acaba de victimar en las calles a hombres, mujeres y niños hambrientos.
En segundo lugar, las estúpidas lamentaciones por los saqueos y violencias cometidas. Esta jeremiada del secretario contrasta, entre otras cosas, con los propósitos expresados en el desarrollo de los acontecimientos, y en especial, con la carta que unos miembros de la Sociedad de Empleados de Comercio dirigieron a los diarios. En el artículo de fondo que trae La Crónica de hoy se dice que la clase media sufre mas que la obrera, la increíble alza de las subsistencias y al fin de este artículo se recomienda a los obreros, alcanzar de otro modo (es decir, con medidas pacíficas)
los fines que persiguen.
Parece, señor Director, que las medidas tomadas por el gobierno contra El Tiempo y Germinal hayan infundido temor entre el periodismo independiente para que esta juzgue tan superficialmente y de manera equívoca nuestra actual situación, sin tener en cuenta nuestras luchas pretéritas entre el capital y el trabajo.
Jamás el obrero ha conseguido la mejora de sus salarios y otras por el estilo sin haber recurrido a la huelga, y sin ejercer ciertas medidas de presión sobre los capitalistas; ahora mismo lo estamos viendo, y esto de parte del gobierno que es el obligado a velar por el bienestar de la colectividad. Hace cuatro largos años que el pueblo clama por el abaratamiento de las subsistencias, durante los cuales el gobierno no ha sabido tomar las medidas enérgicas a su alcance para conseguirlo, contentándose con promesas jamás cumplidas y con el nombramiento de comisiones estériles, y el movimiento obrero que hoy presenciamos es el producto de este odioso engaño.