48 Amauta mare raíces económicas y la reivindicación de la indiada encierra aquella, nace en ellos, ese afán y esa necesidad de dedicación pedagógica, de apostolado social, que constituye la más clara característica de la segunda etapa de este proceso que viene siguiendo la pintura mexicana.
etapa que aun no puede darse por terminada y cuyo paso es cado por obras y testimonios interesantísimos. Es ésta una pintura de una clara plasticidad, de una gran simplicidad de elementos, en la cual, la sugestión escénica, el simple interés estético, que eran los únicos valores que se tenían en cuenta en la etapa inicial, de esta evolución, ceden en parte, a favor de la eficanccia pedagógica, de la edificancia ilustrativa, de su trascendencia social, en las obras que se producen. Hemos citado ya cuáles son las obras más propiarmente características de este período, fecundo interesantísimo.
Han trascurrido dieciocho años desde que se iniciara la revolución: a sus momentos de confusión desbordante, turbulentos, caóticos, guiados por un afán irrefrenable de reparación de las grandes errores injusticias que amparaba el régimen prerevolucionario, sucédeles su períodos constitucionalista que da la revolución un contenido político, que consagra las conquistas hechas sobre los campos de batalla y los anhelos que guiaran al pueblo mexicano en esas luchas. Se abre el período constructivo de la revolución, y surgen, necesariamente, pero con vigoroso impulso, con audacia, ricas en posibilidades, las formas culturales, que es como decir, la nueva moral que la revolución ha creado y está creando, al crear nuevas fórmulas económicas y un nuevo orden social.
Es en este instante, cuando se producen las primeras manifestaciones de éste que, a nuestra manera de ver, constituye el hecho culminante y de mayor trascendencia en la trayectoria y proceso de la nueva pintura mexicana post revolucionaria. Si en realidad, como así fué y sigue siendo, antes como aspiración, ahora como propósito y norma constante de la política revolucionaria, el eje y el más trascendental objetivo de la revolución, es la rehabilitación económica y social de la indiada y con ella, el resurgimiento indígena, en todos los órdenes y manifestaciones de la vida y cultura, es indudable que el surgimiento de un arte indio, hecho por indios, por gente de sangre y espíritu indios, señalara la culminación de este proceso renovador que viene operándose en el arte mexicano, porque se trata ahora, con estas manifestacio.
nes de arte indio, no, simplemente, de una variación escénica, o de un cambio de finalidades estéticas, sino de algo mucho más profundo y fundamental: de la presencia y manifestaciones de un nuevo material humano. Hasta ahora la pintura mexicana se obligaba y respondía va a estímulos meramente estéticos, intrartísticas ya a propósito de edificancia social y pedagógica: ahora, con la iniciación y primeras manifestaciones del arte indígena mexicano, las fuentes impulsoras y el estimulo están y hay que buscarias en el fondo humano, en las maneras de enfrentarse a la vida, en las modalidades raciales, de sensibilidad y de visión, que el indio mexicano trae consigo. Se ha producido, pues, un cambio de términos y factcres, total y categórico: la revolución mexicana, que hasta este momento constituía para la nueva pintura mexicana un proceso que se producía de fuera para adentro, céntricamente, que de la vida y la realidad exterior pasaba la esfera artística, sirviendo aquella de fuente y estímulo realizaciones, ahora se produce y manifiesta gracias a un impulso centripeconа sus