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Amauta 41 y aún aparentando ser un movimiento de orígenes y proyecciones puramente estéticas, es indudable que tiene su origen social y responde, pese a su individualismo, a una profunda conmoción social, siendo, por lo mismo, un movimiento hondamente vinculado al espíritu de la época y al ambiente reinante.
El espíritu individualista, disolvente, anárquico de fines del ochocientos, los gritos aislados de protesta y rebeldía, de los cuales el impresionismo es una proyección y una de las más genuinas manifestaciones, se funden en nuestro siglo, en una aspiración y un afán colectivos.
El ochocientos acababa con protestas e insumisiones contra el orden burgués y la sociedad capitalista: el novecientos, encarna y concreta, más cada día, el afán y la necesidad de un nuevo orden social y nuevas formas de vinculación económica. El proletariado ha adquirido el sentido de su responsabilidad y su misión histórica; como clase, como factor social, y como tal ha constituído su frente. Este es el gran hecho histórico de nuestro siglo, que ha de acabar completamente con las formas económicas y sociales capitalistas, instaurando un nuevo orden social. El capitalismo ha llegado a su más alta expresión, ha dado de si, económicamente y como posibilidad cultural todo cuanto podía dar, y la hora de su desaparición, se acerca, fatalmente, por una ley histórica irrecusable.
Precursor de este nuevo orden social y síntoma flagrante de la crisis del orden social imperante, es la aparición de este nuevo espíritu y ese afán colectivo que en nuestro siglo encarna el proletariado. Con él. una nueva interrogante, angustiosa, una nueva disyuntiva, acosaba al artista y al arte del novecientos, interrogante constatada hasta hoy en forma inhibitira, sin afrontarla de pleno, sin atreverse a contestarEl academismo vinculado, económica y socialmente, constituyendo un arte de clase al servicio de los intereses de una clase, a la par que ideológicamente, a la burguesía, fruto y fiel expresión del espíritu burgués del ochocientos, provoca, como replica, el impresionismo, esencialmente individualista, protestatario, antiburgués. El artista, reclama su derecho a la libertad, vuelve por los fueros de su arte, y esto constituye un grito de exacerbado individualismo que es, al propio tiempo, desdeñoso y desafiador, un reto a la mediocridad burguesa. Cuando, en el novecientos, al carácter inacorde y anárquico de las luchas sociales del ochocientos sucédele un nuevo ideal y una gran aspiración colectiva, la necesidad de un nuevo orden social, y el proletariado se posesiona de sus funciones y responsabilidad clasistas, cambia por completo el panorama de las luchas sociales y el ambiente que le sirve de marco y tablero; dos poderes se sitúan frente a frente, en pugna abierta y esto determina nuevos acerbos, la presencia de nuevos factores y la constatación de una nueva disyuntiva. Cuál fué, cuál es, frente a ella, la actirud de los artistas y, en general, de los sectores de la inteligencia? Total, rotundamente inhibitiva, sin afirmar ni negar: ni con la burguesía; con el capitalismo, ni con el proletariado: ni en una ni en otra trinchera. Y, para justificar su. posición, y justificarse a sí mismos, paralelamente a la aristocracia del dinero, los artistas, los intelectuales, han proelamado la aristocracia de la inteligencia. El impresionismo pictórico y el naturalismo literario, constituyen un reto a la mediocridad burguesa. como el estallido de un ansia, difícilmente reprimida, de liberación.
El artista, con el impresionismo, se adueña de su libertad, y, escudánla.