38 Amauta veces, a proceso artístico y su curso histórico, a través de valoraciones y apreciaciones intrartísticas, y cuando se ha puesto a contribución en esos estudios y revisiones el factor social, ha sido para averiguar y explicar, bien los estímulos inspiradores y las fuentes temáticas de las obras de un determinado período, bien su destino o función. Pero nunca se ha tomado como punto de partida, el factor individual, averiguando la manera y circunstancias como los resortes individuales, los sentimientos y pasiones que sirven de vehículo y motor a la creación artística, generadores como son de la emoción, han reaccionado frente al medio y a la realidad exterior, y replicado a sus estímulos y solicitudes, influyendo y pesando en la producción artística y en el arte de cada período histórico.
Creemos que un intento orientado en este sentido y guiado por este propósito, podría encerrar la verdadera clave y la explicación de las cau: as y el proceso de la evolución del arte y de sus diversas etapas históricas, no sólo desde un punto de vista social, por lo que respecta a su contenido humano y fondo emocional, sino también, muchas por lo que respecta a sus valores propiamentes artísticos. Porque en realidad, las causas y orígenes de la actividad y la evolución artísticas, como las de toda actividad y manifestación cultural, radican, constantemente, en causas y orígenes económicos.
El arte, como toda manifestación de cultura y toda actividad que responde a una actitud irreductiblemente personal, es un producto que expresa y refleja los vínculos y relaciones existentes entre el medio y el individuo, que es como decir, pues, que responde, expresándolos, una actitud y un sentimiento moral, en cuanto responde a una posición individual con relación al medio circundante y a las relaciones existentes entre el medio y el individuo. Es indudable, por otra parte, que una moral es siempre determinada por las formas de vinculación social, por las relaciones de individuo a individuo y del individuo con respecto a la sociedad, y que, a su vez, estas formas sociales están determinadas por nexos y circunstancias económicas. De forma que, el arte, expresión y producto individual, temperamental, responde siempre, por sus orígenes y justificaciones morales, a circunstancias económicas y a las realidades sociales.
Del academismo acá, es posible seguir, paso a paso, claramente esta concordancia y paralelismo constante del proceso artístico y los fenómenos sociales, propios de cada época.
El academismo, en efecto, no es sino la proyección, el paralelo, en el campo artístico, del industrialismo del ochocientos y, concurrentemente, del materialismo ideológico que ese nuevo factor económico imprime a la vida de este siglo. El constitucionalismo del 93, provoca y estimula la iniciativa individual y el libre examen: Caen las religiones positivas, porque el imperativo de la conciencia individual acaba violentamente con los atavismos seculares, apenas se ejerce el derecho al libre examen y a la crítica: surje un sentimiento vigoroso de responsabilidad individual al exaltarse los fueros de la conciencia, y proclamarse, como principio intangible y supremo, los derechos y libertades individuales, y todos los problemas, de conciencia y de conducta, religiosos, morales y políticos, son objeto de una implacable y severa revisión. Es todo el ochocientos, y esta característica se acentúa en las últimas décadas del siglo, un siglo de crítica y de negocios, de renuncia y de excepticisme, on el cual se lleva el afán crítico y revisionista que