Amauta 23 se satisfacer las necesidades inmediatas en la vida, sino en su calidad de valor de cambio para transformarla en dinero. Este acaparamiento constituye la base de la usura y del comercio, formas específicas de una etapa embrionaria, de una fase primitiva, pre capitalista.
Es evidente que entre las culturas de la antigüedad existieron gérmenes y aún modalidades relativamente avanzadas, de ambas formas de acumulación. Entre fenicios y helenos, cartagineses y romanos, desarrolló una clase de mercaderes que hacía el tráfico de esclavos y productos entre las ciudades y a través de los mares, estableciendo colonias y ejerciendo la piratería. Los métodos empleados en sus actividades no difieren sustancialmente, malgrado los ambientes y la distancia en el tiempo y en el espacio: nada más erróneo que considerar el tráfico mercantil como una actividad pacífica. El mercader primitivo era por naturaleza aventurero, depredador y tan inconsideradamente agresivo, que no respetaba nada. Los templos fueron centros mercantiles y casas de usura: el de Delos prestaba dinero al 10 por ciento y los fondos provenían de toda clase de negocios. Las vírgenes de Afrodita, por ejemplo, que se vendían a los extranjeros durante las festividades de la diosa, debían donar al templo el producto del himeneo. La usura fué profesionalmente ejercida: los trapezistai griegos y los argentarii romanos fueron a la vez que cambistas comerciantes de moneda. rapaces usureros y compra venteros de esclavos. La restringida sociedad antigua fué asimismo convulsionada por la fiebre del dinero tanto como la de nuestros días: nada como el dinero ha suscitado entre los hombres tantas malas leyes; él divide a las ciudades y arroja a los moradores de sus hogares; él ai rastra las almas más bellas hacia lo que hay de vil y de funesto para el hombre, enseñándoles a no ver en todas las cosas sino el mal (5. pesar de las semejanzas exteriores de esta realidad histórica, es evidente que las sociedades ancestrales la cultura apolínea y la cultura mágica no lograron salir de los moldes primitivos. El sistema y los métodos de producción permanecieron intangibles; la moneda no alcanzó su etapa superior de medio general de pago. ni pudo adquirir el carácter de instrumento ecuménico de la circulación. Entre el mundo desconocido y el mundo conquistado hubo una desproporción gigantesca. entre los elementos que constituyeron éste, predominó un divorcio total. Divorcio incontestablemente demostrado por el sistema, los métodos, la organización y las fórmulas implantadas durante la etapa subsiguiente, denominada por Spengler la Primavera de la Cultura de Occidente.
Después de la caída de Roma se pierden los vestigios del antiguo sistema de circulación. Las fértiles campiñas de antaño se convirtieron en eriales, el comercio marítimo, en ínfima escala, se refugió en Bizaneio y la hegemonía de las ciudades, centros comerciales y administrativos, fué reemplazada por la supremacía del feudo, representado por el castillo y el señor, cimentado en la gran propiedad fundiaria.
Desde el punto de vista económico el Imperio no lega al Occidente sino el molino de agua, como instrumento de producción, la miserable moneda de cobre llamada denario de plata de valor inferior dos céntimos de dólar como instrumento de circulación y la exigua galera de remos como instrumento de transporte. Quizás también el amor a los metales preciosos, trabajados en piezas de adorno y de servicio, como parece desprenderse del espíritu de la Voluspa, uno de los cantos a