Amauta 14 se profesional y desarrollar la enseñanza industrial, al organizar el derecho de inspección de los obreros y democratizar la disciplina del taller por el sistema de delegados y secciones, etc. De este modo prestan al obrero, un servicio mucho menos problemático, considerándolo como ciudadano de una ciudad futura, que buscando el remedio en la desaparición de todas las relaciones psíquicas entre el obrero y el medio ambiente del taller. Pero el neo revisionista belga, no obstante sus alardes idealistas, encuentra la ventaja y el mérito de esto en el creciente apego del obrero a su bienestar material y en la medida en que éste hace de él un filisteo. Paradojas del idealismo pequeño burgués! TRA actitud frecuente de los intelectuales que se entretienen en roer la bibliografía marxista, es la de exagerar interesadamente el determinismo de Marx y su escuela con el Jobjeto de declararlos, también desde este punto de vista, un producto de la mentalidad mecanicista del siglo XIX, incompatible con la concepción heroica, voluntarista de la vida, a que inclina el mundo moderno, después de la Guerra. Estos reproches no se avienen con la crítica de las supersticiones racionalistas y utopísticas y del fondo místico del movimiento socialista. Pero Henri de Man no podía renunciar a echar mano de un argumento que tan fácil estrago hace en los intelectuales del Novecientos, seducidos por el esnobismo de la reacción contra el estúpido siglo diecinueve. El revisionista belga observa, a este respecto, cierta prudencia. Hay que hacer constar. declara que Marx no merece el reproche que con frecuencia se le dirige de ser un fatalista en el sentido de que negara la influencia de la volición humana en el desarrollo histórico; lo que ocurre es que considera esa volición como predeterminada agrega que tienen razón los discípulos de Marx cuando defienden a su maestro del reproche de haber predicado esa especie de fatalismo. Nada de esto le impide, sin embargo, acusarlos de su creencia en otro fatalismo, el de los fines categoriales ineluctables. pues según la concepción marxista, hay una volución social sometida a leyes, la cual se cumple por medio de la lucha de clases y el resultado ineluctable de la evolución económica que crea oposiciones de intereses.
En sustancia, el neo revisionismo adopta, aunque con discretas en: miendas, la crítica idealista que reivindica la acción de la voluntad y del espíritu. Pero esta crítica concierne sólo a la ortodoxia social democrática que como ya está establecido, no es ni ha sido marxista si no las salliana, hecho probado hasta por el vigor conque se difunde hoy en la social democracia tudesca esta palabra de orden: el retorno a Lassalle. Para que esta crítica fuera válida, habría que empezar por probar que el marxismo es la social democracia, trabajo que Henri de Man se guarda de intentar. Reconoce por el contrario en la III Internacional la heredera de la Asociación Internacional de Trabajadores, en cuyas asambleas alentaba un misticismo muy próximo al cristianismo de las catacumbas. consigna en su libro este juicio explícito: Los marxistas vulgares del comunismo son los verdaderos usufructuarios de la herencia marxiana. No lo son en el sentido de que comprenden a Marx mejor con referencia a su época, sino porque lo utilizan con más eficacia para las tareas de su época, para la realización de sus objetivos. La imagen que de Marx nos ofrece Kautsky se parece más al original que la que Lenin popularizó entre sus discípulos; pero Kautsky ha comentado una política en que Marx no ha influído nunca, mientras que las palabras que como santo y seña tomó Lenin de Marx son la mis