Marxism

6 Amauta mente, por largo tiempo. Si tienen un hijo, quizás se casarán: no obstante que para el hijo el hecho de que los padres de los cuales ha nacido estén o no inscritos en el registro de matrimonios, no tenga ninguna importancia en Mas Lipampa no quiere niños.
Le hemos hablado un día de la adoración que todos los niños tienen por ella. Sobre ese seno tibio habría sitio para una cabeza rubia. Ella ha sonreído, se ha ruborizado con un rubor aun impregnado de sonrisa. Tengo otros deberes, dice gravemente. Los que encuentro en el Partido.
Ciertas evocaciones de las costumbres moscovitas podrían ser bien diferentes.
La división de los departamentos, si ha causado muchos matrimonios, ha dado una extraña fisonomía a ciertos divorcios. Una cortina a través de un cuarto: esto basta para separar la antigua pareja de la nueva. Ondulante barrera, parecida a las modernas costumbres tendidas a través de la antigua alcoba rusa.
Pues sí, existen todavía crisis de almas al modo eslavo, que despliegan un número increíble de motivos, prestados hoy por la estadística y el marxismo en vez de ser recibidos de la Biblia y que a veces concluyen sin una sílaba, de manera magníficamente natural. Todo no existe aquí, Dios mío, todo, como en los demás países del mundo? Sin embargo, el privilegio de la Rusia es empeñarse obstinadamente en la divulgación del secreto interior. Llevar todo con una piedad hosca hasta ese punto supremo donde las palabras, estos signos que tienen necesidad de no se sabe qué reticencia para ser válidos, acaban por perder su eficacia. Oh pasiones eslavas! Atroces olvidos de sí mismo, aburrimientos sin término, orgullos imperiosos y humildades abominables, todas las situaciones trastornadas en un instante y siempre el reguero de pólvora hacia el barril que hará volar todo! Cerca de vuestras contradictorias sutilezas. qué amores no parecen banales y vulgares. qué amores no parecen también singularmente reposados. en El buen Mikhail conoció en una velada, donde unos amigos, a una joven muy agradable.
En seguida no ¡oh! pero si veinte minutos después, las facultades intelectuales del hombre estaban interrogadas bajo varios aspectos. No puedo regresar a mi casa: mi padre me aguarda para violarme, dice la joven con su voz más natural. Prefiero pasar la noche vuestra casa.
Hay en el cuarto de Mikhail un lecho ciertamente. Los jóvenes permanecen sentados en él dos horas por reloj, entretenidos en cambiar consideraciones sobre la plusvalía o sobre la electrificación de la industria soviética. El hombre en fin es presa de un singular vértigo. Un poco torpemente insinúa a su interlocutora que es hora para ella de usar el lecho. Se ha explicado bastante mal; ella se muestra ofendida.