CommunismLeninism

Amauta el orden que les parezca. Cada uno conserva su nacionalidad. Puede permanecer cada uno en su domicilio: es con frecuencia lo que hacen.
Ninguna comunidad de bienes. Aquél de los cónyuges que queda sin recursos, envejece o se vuelve inválido, tiene, sin embargo, el derecho de demandar al otro alimentos.
Las facilidades que se encuentran a la entrada y a la salida del matrimonio americano son, como se ve, poca cosa al lado de las que dan al matrimonio ruso su fisonomía tan particular. En suma, éste último, constituye una unión libre, cuya regularización temporal no compromete absolutamente los derechos del individuo. Excepto el caso en que nace un nuevo individuo, el hijo que, por el contrario, la ley rusa tiene cuidado de proteger con derechos distintamente precisos e imperiosos que entre nosotros. Breve, el código, sin hipocresía, emancipa la atracción sexual la necesidad de apoyo recíproco, en la medida en que no perjudican a nadie.
Al lado de este matrimonio liberado, las costumbres en conceden a la unión libre un lugar importante. Casi no se sabe si las parejas que uno encuentra están legalmente unidas o no. Nadie se preocupa de informarme de esto.
Queda bien entendido que, no obstante, se encuentra en Rusia un gran número de parejas unidas, envejecidas en la amistad y la confianza, un buen número de familias apretadas en torno del hogar. Pero, lo que casi no se encuentra más es la mentira instalada de un modo inveterado en la unión. Ni querida ni amante a la francesa, ni sedicente flirt a la anglosajona, ni caro a la italiana. Mucho menos frecuentemente que entre nosotros, la poligamia o poliandría de hecho, detrás de la fachada social.
Los estudiantes de la Universidad comunista de Myusskaia han sido interrogados sobre las relaciones de los sexos. Solamente la cuarta parte de ellos veía el ideal en el matrimonio, una cuarta parte en relaciones libres, la mitad se inclinaba por relaciones de larga duración sin ma trimonio. Hecho característico: dos tercios de las estudiantas preferían esta última solución.
Así, pues, el modo más ampliamente liberal de concebir las relaciones entre los sexos.
El sistema leninista, sin embargo, muestra su crecimiento con demasiado vigor para limitarse a proclamar un principio de libertad en las cuestiones sexuales. No olvida del todo a este respecto lo que tiene de conquistador, de tiránico. Libertad, cierto, más que en ningún otro país: libertad coloreada sin embargo por ciertos matices, inclinada, iba a decir sujeta, a curiosas inflexiones.
Hoy, si me atrevo a decir, una actitud sexual ortodoxa. Parece que puede ser indicada en dos palabras: materialismo, utilidad.
Materialismo: todo lo que concierne a las relaciones de los sexos es considerado por el Estado forma positiva, medical si se quiere.
Los instintos, aceptados como datos de los cuales hay que tener cuenta; el lado sentimental pasa a segundo plano, desdeñosamente dejado al individuo.
Utilización: tan pronto como la vida de la pareja tiene en consc