72 Amauta Francia: una casa en La Pallice, donde hay un hombre a la puerta, sentado. Los ojos de Georgette se cierran. Los ojos de Georgette!
Yo recuerdo toda la noche, mezclado al ruído del mar, los jos de Georgette. Pienso que el amor cuando no se realiza va en un barco, va en soledad, va en silencio.
Amanece el vapor en Harrogate. Voy con Georgette y Mr. Hardy a tierra.
Harrogate es verde, verde, verde, mar, cielo, verde. Recuerdo, recuerdo, recuerdo. Sol. Tennis. Lagos. Parques. Inglesas delgadas con los ojos verdes, simpáticas, nada bonitas, felices del brazo de sus maridos, gozosas.
Almorzamos en el The Prince of Wales Hotel. Georgette pide un Cock tail; Mr. Hardy, quisiera pedir una noticia de su novia. Yo le ruego al mozo que me traiga el jardín que da al Hurlow Moor.
Dentro de media hora va a zarpar el trasatlántico. Se oye la sirena de a bordo. Se oye la tristeza lenta que se le escurre por los anteojos a Mr. Hardy.
Estamos otra vez en el Oiseau Bleu. Georgette no comprende el lirismo de Irlanda, ni a miss Elizabeth, a quien recuerda tanto nuestro amigo, profundamente olvidado de su actualidad.
El barco ha levado anclas del mar de Harrogate. Yo no puedo contener el dolor del mar.
De los ojos de un hombre yo vi partir un barco.
Al oir esto Mr. Hardy, una orilla del cielo de su país le cae en el alma. Oigo el viento pasar por su cara haciendo un ruído doloroso.
Georgette aparece en el Smocking Room, sentada a una mesa, bebiendo menta, fumando, olvidada en redondo.
El irlandés me comprende mejor que Georgette. Cuando he llegado a este punto, ella está algo mareada por la menta y por los cigarrillos ingleses. Yo con un sifón le baño la frente. Luego, se siente mejor. Pero nada de comprenderme. Mr. Hardy también se apena por esto.
Los días se suceden y no hago otra cosa más que dolerme. Los demás viajeros muestran una idiotez entrenada maravillosamente.
En cuanto a Georgete, pienso que es una mujer para la tierra. Para la ciudad. Para la vida nocturna de la ciudad.
POEMA SURREALISTE AY otro lejano, verde, cielo País, que no tiene nombre; pero en el que pienso siempre, en el día, en la media noche; cuando duermo, cuando no duermo y te siento que duermes en ese País que tiene el color de tus manos cuando ellas están salidas y blancas de tu sueño. veces no sé si está en el mar, bajo el mar, junto a mi sueño, ese País. Lo siento en el Rosal de Acero. siempre en mi alucinación, en mi esqueleto de miedo, en el mar, en mi sueño.
Xavier ABRIL.
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