Amauta mi más fervoroso recuerdo parisien, de luces rojas, Xavier ABRIL.
Ernestina de Champourcin AHORA Poemas Madrid, 1928.
Ernestina de Champourcin me envía un libro florecido de soledad, de goce íntimo, de una figura blanca, patética, llena de dientes, de sueños como dolores dispersos, suspensos de una noche.
La presencia de Juan Ramón, larga hoy en toda la poesía española, se filtra pálida, de largas uñas en los espejos atardecidos, lluviosos, del libro de Ernestina de Champourcin.
He aquí la prueba, testimonio, exigencia del tono profundo, largo, contemporáneo: 99 Los que comprenden; los iniciados en esta masonería de la inteligencia, constituyen evidentemente un grupo, una aristocracia, aristocracia neuropática como lo señala el autor, y es lógico suponer que, como en todo lo seleccionado, sea ésta una minoría celosamente encerrada dentro de una auto comprensión, que no alcanza a satisfacer, como es natural, las exigencias de los demás.
Los que contemplan el problema bajo un punto de vista influenciado por varios siglos de poesía reposada y burguesa, no pueden admitir, ni mucho menos reconocer el valor del poema actual. Es necesario, ante todo, estar iniciado. Es urgente haber practicado una gimnasia previa, tanto más rigurosa, cuanto más profundamente arraigada se encuentre aquella literatura de la rima imprescindible y la música suministrada en inalterables dosis. Para explicar este fenómeno, mejor dicho, este anciano estado de captación artística, nada más claro que las siguientes líneas del autor. La fisiología crea una minoría de sensibilidades aristocráticas y todo un pueblo de organismos vulgares. Las tempestades que tan minuciosamente despeinaron al abate de Chateaubriand, no hubieran ni siquiera abanicado los rudimentos emotivos de una camarera. si esto no fuera suficiente para demostrar el problema: La instrucción obligatoria ha creado esta sub literatura: gentes muy capaces de ejecutar trabajos difíciles, como barrer una escalera todos los sábados, se pusieron a leer sin darse cuenta que lo hacían como simples aficionados, decir: sin entender gran cosa. No es el caso de lamentarlo, sino de constatario. Estas gentes, son el número, es decir: la fuer Fuiste duro, suave, eterno.
Variaciones de ti solo en la unidad de mis sueños.
Pero esta llamada al tono que yo le hago al poeta es para que logre su soledad. La soledad es la pura estación del poeta. Su atmósfera. El poeta vive como vegetal en la soledad.
El poeta debe salir explorador de su Polo, aunque no lo encuentre. Por lo menos le quedará el sello auroral de su aventura.
Mil gracias por su libro tan bello distinguida amiga Ernestina de Champourcin.
Xavier ABRIL.
es Jean Epstein La poesía de hoy Editorial Samet Buenos Aires.
za. Hay dos clases de personas: las que comprenden y las otras. Con esta señal abre el fuego Jean Epstein al comenzar el primer capítulo de su libro. Esta ya es una definición clarísima de lo que ha sido el arte nuevo desde sus primeras manifestaciones respecto de la opinión general. nada más. Por mi parte, con la anterior declaración, yo daría por terminado este capítulo. Pero hay, a mi juicio, todavía en ella algo muy ligero que agregar. Estas gentes, mayoría, fuerza, como se ha demostrado, una vez que pudieron tragar el caramelo