24 Amauta se estiró. Su cadáver está enterrado en la pampa de Kancharani, y nada indica su presencia. Tenía dos cicatrices de bala en la cara y una en la pierna. En Ayohuma, el cerro blanco, dejó bien muertos muchos gendarmes y cachacos! Pero, todo para nada.
Quizás después. Acaso sea su hijo, el llokalla Julicho, tan penrejo!
HIPERBOREOS Pero no tuve otro conocimiento con la familia de León. Sólo la ví una vez. Había nublado sobre la pampa y yo venía fiestas pataleando de embriaguez en los carrillos del alba. El ayllu me recibía con ladridos; yo le daba mis gritos y mi tórax. Pocas veces me quedo atrás. Gául Gaul Gaul Oóol Oóol ¡Obo!
Una ala de viento helado pasó rozando el techo de la chujlla; las pajillas se resquebrajaron dejándole sitio. Adentro estaba la familia acurrucada en poyos de tierra, cubierta con mantones de tejido avasca, cernidero de fríos.
Sacando la cara de gesto fiero, gritó el padre. León! León!
Su voz ronca se enlodó en el silencio.
Tenía sesenta años, pocas ganas de morir y muchas de sembrar todos los surcos del ancho mundo.
Por la ventanilla enana la madre asomó dos ojos de una mirada fiel. León. Leoncito!
Vieja de buen ánimo, era dulce en la palabra y suave en la acción.
Tampoco pensaba en la muerte. La eternidad andaba a su lado en cada una de sus wawas El relente madrugador le obligó a entornar los párpados. Venía afectuoso saturado en los alientos de la campaña aromada. Viento de primavera, de claros ojos! Viento niño, amador de ovarios, amoroso viento de las mamaqunas.
Airosa y altiva, refregándose al viento que la abraza los muslos, salió también Auquilla, la phasña, hocico verde, y la teta atrevida por los campos en flor. Sembradora de pájaros cantores, tienes risueño el sexo, dulces son tus caricias, mamay!
Gritó a su vez. Leoncito. Gua. León. Debajo de su corazón de mimos, Siliqito, vociferaba en el regazo de su madre. Lelón. Lelón. Lelón. Lelón. Reposadamente se acercaba por el ojo del cielo, Lelón, el indio forzudo.
EL MITMAK El vasto territorio del Tawantinsuyo, poblado de gentes varias por educación y orígen, a pesar del cuidado de sus monarcas y kamayojs, era fecundo semillero de estrabismos morales. Los chacareros atribuíanlo a los jóvenes de la Corte cuyo aliño rivalizaba con el de las ajllas de dulce y delicada belleza. el Inka que no dejaba de la