Amauta 23 tas preguntarán. qué has hecho. Aquí está la publicación. Dónde. Dónde. Aquí! jaquil El papela, el perrudicus para rematar la aventura, reune a sus corifeos en la tenducha, y pide cañazo Sí, ahora si vas. Pero esta vez judemos. Lo que dirán los mistis. Ah, yo también puedo algo! Lo mal es que el comunarios no sabes entender estos. Hasta ahora estás gastando mis pla¡Ah. Ah! Cuando lo hablé con el Prisidente Limas. Todo lo ofreció. nadas! Veremos, veremos.
Está fiebrolento. El alcohol le hace algún bien. Al salir de Juli estaba triste y sudaba frío. Weino! Se levanta y se despide. La mañana es clara, como siempre. Ha avanzado una milla y siente que sus piernas flaquean y que se le revienta la cabeza. Ya no poides más! Se arrima a una chujlla a pedir hospedaje. Se lo dan, claro. Cómo se lo iban a negar, viéndolo judido! Pero se lo dan con desconfianza, con recelo. No lo conocen, no lo conocen. Así veniendo desde el Julis, tata. Está cortado por el aire! Mate de primavera para sudar: violetas, claveles, pensamientos. Flores de panti panti. Sobre todo flores: aire, cielo y nube, pampa y ventarrón, agua y berros y corazón de jampato para el mal aire del sunka.
Pero se arde. Mañana tempranito si vas, tata No tengas el cuidado.
Esto no es nada. La barrigas también dueles!
Vine reclamar garantía contra gamonales. Tata! ſtata! reclamando mucho tiempo.
Todas partes has ido. Algunos consejan quejar presidente gringos.
Ya le miran de otra manera sus huéspedes. Hay un tácito acatamiento. El cabecilla. El mensajero! Pero Emeterio Champilla se siente sin fuerzas para todo y más para movilizarse al amanecer.
Pasa la noche apretando los dientes por no quejarse. Habría sido temeridad fastidiar a gentes desconocidas! En un jergón piojoso está acurrucado oyendo la plácida respiración de sus amigos. Pero cuando ve asomarse las luces del Sol por la ventana liliputiense, como vidrios biliosos, grita; no puede más. La noche ha sido una pesadilla interminable. Todo el infierno se le ha metido al estómago. veces quería gritar, o quizás gritaría, pero nó, se lo atajaba la vergüenza. De vez en vez le silbaba el aullido del chokollo penetrante y doloroso. Qué frío dulce haría en la pampa! Paciencia, paciencia: ya se levantaría y volvería a trotar camino de San Pedro de Juli, para irse a su chujlla, al pié de los nevados, a ver a sus wawitas, a su llokallo, el Julicho, tan penrejo Pero la fiebre aumentaba. Le manaba sangre de la nariz. luego, como un relámpago, le dijo el corazón que iba a morirse.
1A morirse! allí, y cuando tal vez era conductor de la salvación para la comunidad iqué suerte wiswi! Pero evidentemente se moría. No había quien lo atajara. Siquiera estuviera a su lado el achachi del ayllu para cortar el mal. Algo le habían hecho los mistis! no se engañaba, algo y mucho le habían hecho: lo tiucaron como los sapos. Yo creendo, tata, si has judido. Haceme el caredar entrigarlos papeles mojier.
Estás veviendo ayllu Suchurijampato, cerquita nomás del Tatacora